ISBN 0124-0854
N º 145 Julio 2008
Pero el balcón resultó ser demasiado pequeño para poder contener a la población. Así que se decidió ubicar a los representantes en el balcón y a la población abajo. Al fin y al cabo, si los representantes representan a la población, da igual que la población desfile frente a los representantes o que los representantes lo hagan frente a la población.
Llegó el día de la fiesta. Los representantes de la población se situaron en el balcón. Aquellos que no habían logrado abrirse paso a empujones hasta ubicarse en la primera fila se amontonaban en la puerta, y unos cuantos, de brazos excepcionalmente fuertes, colgaban a los lados. Empezó el desfile.
Y todo habría ido bien si no se hubiera hundido el balcón. Ya que estaba podrido. Antes aguantaba, porque sólo subía a él el gobernador, pero cuando llegó la democracia se hundió. No se puede negar que los cambios han llegado. Pero también continúa la tradición. Pues igual que no había dinero antes, tampoco lo hay ahora. Lo que pasa es que antes bastaba con apuntalar el balcón con cualquier cosa y ahora hay que construir uno nuevo.
La revolución En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.
Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver. Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa o, mejor dicho, su situación central e inmutable. Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista. La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida. Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.
Pero al cabo de cierto tiempo... Ah, si no fuera por ese“ cierto tiempo”. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario. Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución.