ISBN 0124-0854
N º 150 Diciembre 2008
Siguen los luminares por abajo; que alguna vez habrá de imitarse lo del cielo. Por dondequiera se inflaman las bengalas, dispáranse chorrillos y pañueletas, arden infiernos y gargantillas, estallan casacas y petardos, y el buscapié y el triquitraque persiguen a cristianos y espiritistas. Pues es de saberse que, en tales fiestas, si los adultos derrochan en juguetes, los chicos, por más que papá vaya a prender la casa, gastan en pirotecnia cuanto consiguen en ese mes propicio. La pólvora es pasión del antioqueño. Si no es amor al humo, será señal de heroísmo; de gloria, en todo caso.
Llegan a la aldea gentes y más gentes. Los ventorros, los fonduchos, estanco y estanquillos están de bote en bote; los viandantes despeados se tiran en el césped de la plaza, se sientan en los quicios, se hacinan en los andenes. En la carretera siguen las cabalgatas y coches: invitados que van a las casas de más abajo, invitados que llegan a las del pueblo, alquiladas por medellinenses. Al pie de los mangos y bajo las barreras que se han levantado para las corridas, hay puestos de licores y comestibles, y fritangas de buñuelos, empanadas y chicharrones.
Principian los juegos refinados, las delicias de la pólvora fantástica. Hacen las girándulas flores y custodias, fuentes hacia abajo y hacia arriba, duchas y regaderas en todo sentido; aquí forma el castillejo un altar bizantino; allí arden los largueros, parodiando la columna que guiaba a Israel; acullá, remedan las coronas unas pagadas, que giran como la Casa de Oro del gran Nerón, y arman las vacalocas unos trafalgares formidables. En tanto que las casas y los árboles, con sus hileras, sus ondulaciones y sus quingos de farolillos a la veneciana, multiformes y multicolores, deslumbran, en una apoteosis de quietud y serenidad.
Son pulperas de la ciudad que han venido a hacer su agosto. Toda la caimanería del bronce, toda la bohemia de El Blumen y de los antros de Guayaquil, discurre por ahí revuelta con La Horda, con la cachaquería de alto bordo, con el alcalde y el cuerpo de policía. En las casas se sienten el baile, los cantos y el bureo, y en las calles se desborda el aguardiente. [... ]
Tomás Carrasquilla( Santo Domingo- Antioquia, 1858- Medellín-Antioquia, 1940). Fragmentos extractados de " Grandeza ", Obra completa, vol. 2, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2008, pp. 645-648.