ISBN 0124-0854
N º 148 Octubre 2008 diccionario es la que se refiere a la expresión“ olímpicamente”, la cual nombra un tipo de actuación del sujeto cuando se comporta de manera o con actitud altiva, despectiva o con desdén. Es decir, pudiera ser arrogante pero no irresponsable.
Y para completar el tridente de la confusión promovida por el diablillo del facilismo verbal, existe otra imprecisión más, pero ya no de contenido exclusivamente motriz deportivo, sino de referencia generalizada para los comportamientos irresponsables que el uso popular ha dado en llamar“ ser folclórico”. Y así, con total soltura, se da en calificar de folclórica a la actuación de un
sujeto que de manera insensata, lesiva e
indiferente se obstina en actuar contrariamente a lo deseable para la comunidad en la que vive. Como si el folclor, entendido como el conjunto de imaginarios colectivos, creencias, fiestas, costumbres, arte, gastronomía y demás componentes de las expresiones populares, no fuera un cúmulo de adquisiciones y aprendizajes que, a guisa de información, son transmitidas entre generaciones mediante procesos de enculturación. Ahí hay un elemento de cohesión, de rescate de formas y modos relacionales, de responsabilidad con el futuro, la sobrevivencia, la permanencia histórica de los colectivos humanos.
En efecto, los eufemismos utilizados para denominar al sujeto irresponsable que asume posiciones y actuaciones deliberadamente reprochables deben dejar de ser estas locuciones que aluden al deporte, al olimpismo y al folclor, descalificándolos y desconociendo sus rasgos que, por excelencia, ennoblecen el espíritu humano. Asumamos esta tarea de defensa de las construcciones identitarias de humanidad y abstengámonos de propagar imprecisiones del lenguaje. Cierto es que, pragmáticamente, el valor de uso de la palabra es lo que le da sentido comunicativo a nuestra lengua; no obstante, podemos comunicar cualquier cosa pero no de