Agenda Cultural UdeA - Año 2008 AGOSTO | Page 23

ISBN 0124-0854
N º 146 Agosto 2008 de la cancha contraria, con el saque abierto para que él no responda eficazmente: 1-1.
Mi primer servicio se va largo: out. El segundo se queda en la red: una doble falta que pone en ventaja al Único. cuando logro golpear de derecha, poniendo a mi rival en dificultades. Me acerco a la red: lo que parecía un voleo fácil, se convierte en el desperdicio de una gran oportunidad al ver la bola rebotar en el entapetado, por fuera de la línea: 4-1.
Ahora él tiene dos saques para aumentar el marcador. Tengo que ganar uno de sus dos servicios y forzar lo que más pueda el desenlace. No dejo de pensar que, quizás, desperdicié una boleta de cortesía en esa
mujer de piel trigueña y ojos verdes que sonrió( sin prometer nada) al recibir mi invitación. Mi rival lanza la pelota e impacta la bola en una esquina imposible de alcanzar por mi raqueta: no logro ni tocarla: 3-1 a favor de El Único. Pido la toalla, pero no la tiro: me seco el sudor que cae como gotas de lluvia. Mi contrario vuelve a sacar con violencia, sólo que esta vez yo devuelvo con la misma velocidad para que un peloteo de revés inicie gracias a él, quien me hace estirar las manos lo más que puedo, dándole yo cierto efecto a la pelota para quitarle velocidad, y respondo. El cambio de disparos se invierte a mi favor
Observo las tribunas en busca de su presencia( de ella): mi partido parece hechizado por el brillo de su ausencia. Esta vez, con mi saque, golpeo la pelota en la malla, pero ésta pasa hacia el cuadro de servicio de mi oponente, así que tengo otros dos saques. Desperdicio el primero, pero el segundo es alto y abierto. Lo devuelve con esa superioridad característica suya y me hace correr hacia el lado izquierdo de la cancha. Respondo para observar cómo golpea la pelota hacia el lado contrario, intuyendo que voy a llegar corto; da un saltito hacia la malla y minimiza mi respuesta con un toque suave que deja la bola muerta en mi lado de la cancha, mientras yo la observo rebotar a unos cuatro metros.
Estas demostraciones de maestría pueden ser muy frustrantes para un tenista como yo: sé que he jugado a la perfección, pero siempre recordaré los puntos que perdí: los errores no forzados, a pesar de que el anterior golpe de El Único fue certero y ganador. Es el cambio de lado y lo aprovecho para refrescarme y evitar malos pensamientos que puedan dar con tierra mi posibilidad de victoria.