Agenda Cultural UdeA - Año 2008 AGOSTO | Page 15

ISBN 0124-0854
N º 146 Agosto 2008 origen. La peor postura sedente imaginable corresponde a sillas firmadas, sillas cuyo autor es un personaje famoso de nuestro siglo. Son sillas que inducen una postura que se ha modificado ligeramente, y cambia su esencia fundamental.
La postura en forma de cuatro del faraón no tiene nada que ver con la que induce cualquier silla de esas que llaman“ de diseño” de los movimientos moderno y posmoderno, es decir, de las sillas inventadas durante el siglo
XX, a partir de la Primera Guerra Mundial. La sedestación del faraón es vertical y la de la silla de diseño, horizontal. El antiguo faraón se eleva, mientras que el hombre moderno se aplasta, encorvándose y poniendo su columna vertebral en situación patógena. Pero entre el faraón y el ciudadano de hoy existe un buen trecho, lleno de sillas variadas y que no siempre han sido tan nefastas como las que venimos sufriendo desde que los maestros del movimiento moderno inventaron unos asientos que ponían a la gente en la postura del simio que sale en el circo imitando a un humano que se sienta.
Entre las dos guerras mundiales, estos artistas innovadores impusieron unas maneras de hacer muebles que sólo tenían en cuenta la simplicidad de su fabricación y que ignoraban absolutamente la biomecánica del usuario. Fue lo mismo que una maldición bíblica la obligación que desde entonces hemos tenido los europeos de sentarnos en los artefactos
proyectados por los arquitectos y proyectistas que, entre las dos guerras mundiales, echaron las bases de un estilo constructivo( el movimiento moderno), también llamado funcionalismo.
El estilo“ funcional”, con la excusa de concentrarse en lo práctico, tuvo la desgracia de tirar al niño con los pañales sucios cuando se puso a eliminar adornos de las fachadas de las casas, a hacer desaparecer garras de león de las patas de las sillas y a poner al personal a bailar el charlestón. Los arquitectos se pusieron a copiar los vagones del ferrocarril para solucionar la distribución de las viviendas económicas y a intentar hacer la arquitectura del objeto industrial con un estilo inspirado en el cubismo y realizado con el talante del ingeniero que planea una fábrica, talante que llamaron“ racionalista”. Y digo que tiraron al niño con los pañales porque en su ardor revolucionario minimalista, estos artistas del movimiento moderno no tuvieron en cuenta la biomecánica del usuario. Y así nos fue.
En el Renacimiento, Miguel Ángel disecaba cadáveres para entender cómo funcionaban sus clientes y sus modelos por dentro; cuando se observan los muebles de asiento de Antonio Gaudí, se adivina una preocupación por la anatomía del que en ellos ha de sentarse; pero cuando se ven aberraciones biomecánicas, como son gran parte de las sillas de Rietveld, Marcel Breuer, Mies van