ISBN 0124-0854
N º 139 Diciembre de 2007 los años treinta sus puertos del Caribe eran centros de tráfico intenso, vinculando proveedores europeos con los mercados del área
Durante los años ochenta, los narcotraficantes colombianos ampliaron su influencia, en muchos casos en alianzas con otros grupos étnicos; entre ellas se destaca la realizada al final de la década con mexicanos, quienes recibían la droga en su país para pasarla a través de la frontera norte, cumplido lo cual la retomaban los distribuidores colombianos para llevarla a los mercados estadounidenses. Circunstancias de seguridad presentadas en 1989 llevaron a renegociar las condiciones entre propietarios de la droga y transportadores, acordándose que éstos recibirían como pago la mitad de lo transportado, lo que creó las condiciones para que, a mediados de la década de los noventa, los mexicanos lograran el liderazgo en la distribución urbana de cocaína en Estados Unidos.
Mientras se libraba la lucha frontal del estado contra el narcotráfico, iniciada en 1989 y concluida a mediados de los noventa con la desarticulación de los carteles de Cali y Medellín, se abrieron nuevos mercados y se establecieron otras alianzas en Europa. Simultáneamente, cobraba importancia la producción y exportación de heroína que empezó a ser traficada, junto con la cocaína, por pequeñas y medianas empresas, y se
fortalecieron los grupos en el norte del Valle, los que empezaron también a ser calificados como cartel.
El desplazamiento de los cultivos de coca y amapola a Colombia
En los años noventa, el crecimiento vertiginoso de la producción de coca en el país, incentivado por un plan de interdicción aérea en el Perú que cortó los suministros de base( materia prima), llevó a Colombia a convertirse en lo que aún es hoy, el primer productor de coca del mundo.
Por su carácter ilegal, los cultivos tendieron a ubicarse en zonas aisladas, por fuera de la frontera agrícola, principalmente en áreas limítrofes con Venezuela y Ecuador, así como a lo largo de la costa pacífica, desde el norte del Chocó hasta el sur de Nariño. Tal hecho generó movimientos internos de población que se integraron a zonas poco pobladas, constituidas en muchos casos por minorías étnicas indígenas y negras.
El incremento en la producción de la hoja de coca, y en medida mucho menor de la amapola( como fuente para la obtención de la heroína), aprovechado o promovido por los actores armados del conflicto, se transformó en fuente fundamental para la financiación del mismo, le dio una nueva dimensión y convirtió el control de los territorios de producción de la droga en asunto vital. La