Agenda Cultural UdeA - Año 2007 JUNIO | Page 5

ISBN 0124-0854
N º 133 junio de 2007
Movido por la firme decisión de dedicarse sólo a la escritura , la aventura en Urabá tuvo que terminar y regresó a Medellín donde comenzó su tarea como director del Taller de Escritores de la Universidad de Antioquia y de otros muchos , en los que continuó con el oficio que había interrumpido años atrás , el de maestro . Creo que los talleres enriquecieron su vida durante más de veinte años , pero también creo que ese trabajo , que es como un apostolado donde se está solo , lo fue cansando , silenciando . Pero sus silencios largos nunca ocurrían en su escritura : siempre estaba escribiendo , siempre trabajando en su última novela . En los últimos años Mario seguía luchándose la vida y la escritura , a pesar del cansancio .
En su obra Mario ha dejado constancia de un mundo que desaparecía paulatinamente , un mundo y un modo de entenderlo que él ayudó a develar : ese hombre que se pasea por todas las novelas , que tiene tanto de él , ese Alaín Calvo que se mueve entre el amor , la ternura y la violencia por parajes rurales , exiliado de una ciudad que ni le gusta ni entiende , es un mojón entre dos épocas . Representa no solamente los viejos valores que identificaban al varón de la primera parte del siglo XX , sino que lo critica y reconstruye a través de la introspección más honesta y profunda , sin cobas ni ínfulas . Por otro lado , sus historias de animales constituyen , tal vez , un nuevo género en la literatura colombiana , que por su belleza , fuerza y originalidad , merecen que su
autor esté en primerísimo lugar dentro de la literatura nacional .
A Mario le faltó reconocimiento . Esta ciudad que es tan generosa en críticas es avara en homenajes y en gratitudes . Creo que él pasó por encima de todo eso y se alejó con dignidad de todo vano empeño . Por eso lo que decía venía medido y pesado a fuerza de callarse y creo que de morderse muchas veces la lengua . En su casa en Manrique , mientras bebíamos el café tinto oscuro que tanto le gustaba , decía sus pocas cosas , se quedaba absorto mirando a través de la ventana el paisaje que le gustaba : las flores en la terraza , los árboles que daban a la quebrada , su música . Y de nuevo , en la despedida , el señor de Thulé nos abrazaba a Malú y a mí , como si aún fuéramos las niñas de entonces .
* Claudia Ivonne Giraldo . Licenciada en Filosofía y Letras , escritora y docente universitaria .
Codirectora de la Revista Odradeck , el cuento .