ISBN 0124-0854
N º 133 junio de 2007 analizar mi trabajo y a corregir detalles . Ese cuento , titulado “ Mi mamita viene ahora ” se lo dediqué a Mario Escobar , como reconocimiento a las luces que me había dado para llevar a feliz término mi fuerte impulso de los quince años : ser creador de algo .
Esa idea del género cuento , preconizada por el Maestro , me funcionó y todavía me funciona . El cuento como síntesis , un solo personaje , un solo asunto , un solo entorno , que no admite colas , ni varias historias , que casi siempre cuando falla es porque le sobra algo , que se debe morder la cola , está claramente expresada en la introducción a su Antología comentada del cuento antioqueño en la cual incluyó un cuento mío , y en la introducción que Mario hizo en el libro Antología de Abel López Gómez , veinticuatro cuentos y dos novelas , publicado para dar inicio al ya desaparecido Fondo Editorial de la Cooperativa de profesores de la Universidad de Antioquia , del cual fui coordinador por varios años .
En la intimidad de sus refugios , luego de degustar los deliciosos fríjoles que el mismo preparaba para los dos y la leche y las abundantes panelitas ( era muy dulcero ), en medio de la noche engrillada y de las luciérnagas abriéndose paso a través de la niebla , compartimos muchas intimidades ; hablamos de la creación literaria ,
recibí sus sabios consejos , como no apresurarse para publicar , buscar la perfección de la obra por la obra misma ; sólo llevarla a feliz término lo más perfectamente posible , es ya motivo de alegría y satisfacción profunda para el artista aunque otros ni la conozcan . Hacer un listado de por lo menos cien títulos posibles para escoger el que mejor convenga a la obra , nunca hablar de lo que se está escribiendo para no perder la fuerza narrativa .
Para escribir , Mario necesitaba sentir calor en los pies y siempre debajo de sus escritorios colocaba una lámpara que encendía a la hora de la creación literaria . El escritorio que usaba en su casa de Manrique no es de madera ni de metal : está cubierto con baldosín blanco . Hacia las ocho íbamos a dormir ; Mario era un hombre tempranero para ir a la cama y se acostaba a leer mientras se dormía . Dormía en una pieza sobre un colchón tirado en el piso , con su ángel guardián al lado : un revólver cargado y listo para ser disparado en caso de necesidad . Él se ufanaba de ser un disparador mortal , aunque nunca lo comprobé y debió serlo porque en otro tiempo fue un gran cazador , como Hemingway . Yo dormía en la pieza contigua y también en el suelo , en un colchón . Él tenía una gran capacidad para transformar y adecuar el espacio que adquiría para sus propias necesidades de escritor , y así lo vi