Agenda Cultural UdeA - Año 2007 JUNIO | Page 16

ISBN 0124-0854
N º 133 junio de 2007 importa lo que diga el evaluador a quien se lo mande. La obra es buena, de eso estoy seguro”. Tenía la razón.
Una vez aprobada y realizado el contrato de derechos de autor, inicié la parte que me correspondía: leer buscando el error ortográfico o de digitación y la frase mal hilvanada; leer comprobando los acuerdos verbales y el uso adecuado de las preposiciones... Ya en las primeras hojas me asaltaron sus tildes en desuso; aquellos“ en antes”; su peculiar uso de la preposición“ a” metida entre el verbo y el sustantivo; su amor a la repetición de palabras que se acompañaba, como si no fuera paradójico, con elipses cortas y conscientemente fraguadas; el placer por trastrocar los órdenes del sustantivo y del adjetivo... Pensé entonces que las palabras no eran, en la novela que leía, vehículos de la narración; eran, por sí mismas y en lo que ellas tienen de sonoridad y belleza, el“ asunto” narrado: eran ellas, seres vivientes, las que provocaban el paulatino desarrollo de la anécdota; y eran ellas, literalmente, el carácter de los personajes.
El lápiz rojo, instrumento obligatorio cuando de leer buscando errores se trata, pintó algo en las márgenes del comienzo, pero rápidamente se me hicieron necesarias las tildes, la preposición a” fue elemento musical imprescindible y las repeticiones y el orden de las frases otras tantas revelaciones de la belleza.
No sé cuántos errores se habrán ido en la primera edición de la novela Muy caribe está, escrita por Mario Escobar durante el tiempo en que realizaba una investigación histórica, contratada, sobre el Urabá antioqueño. Y no lo sé porque, antes de darme cuenta, los había dejado de buscar; sé que deben ser pocos, porque el autor era cuidadoso en su labor; y tengo fe de que sean los menos para, así, poder compensar todo el disfrute que tuve durante los días en que pude entregarme a la lectura de la obra.
Con una alegría franca volvió a la oficina a recoger los primeros ejemplares del libro y, unos días después, envió una carta de agradecimiento,“ decidora mucho”, si se me permite la mala imitación. Conservé de él la