ISBN 0124-0854
N º 134 julio de 2007 que reclaman el capital, la demanda del mercado o la moda.
A la ciudad del zapping se le suma la ciudad del shopping. La ciudad del cambio y la densidad, sumada a la ciudad del consumo y el simulacro del espacio público. Ambas hijas de la sociedad capitalista ponen de moda lo efímero, virtual y consumista. En los centros comerciales los espacios de encuentro— zonas de comida, cines, juegos infantiles— generan otros rituales y otras maneras de socializar, todos mediados por el dinero. Mesas, maquinitas y juegos concentrados en unos pocos metros por aquello de la rentabilidad de cada centímetro cuadrado, le generan la sensación de vida feliz al consumidor. El adentro es esa gran Caverna de Saramago, un hervidero de seres que se agolpan para devorar insaciablemente cada minuto del tiempo con prisa y sin pausa, en medio del ruido ensordecedor. El afuera no importa, la ciudad no existe. De ella se distancia, no se articula. A la gran bodega del consumo no le importa cómo se implanta. Contenedores industriales rodeados de parqueaderos, donde las vías se disponen en su beneficio, a riesgo del atasco de la ciudad. No hay arquitectura ni urbanismo. Ramplonería y simpleza, funcionalidad a ultranza, contenedores sin contenido.
Paralela a la ciudad del zapping y el shopping, que construyen ciertos sectores económicos, surge otra ciudad. No la de la rentabilidad
económica, sino la de la rentabilidad social. Aquella que no piensa sólo en la renta inmediata, sino en una proyección con más futuro. La del encuentro, la socialización y la cultura, de la inserción, la integración y la articulación urbanas. Al zapping mercantil se opone la permanencia desde el símbolo arquitectónico, el sentido y la construcción silenciosa de generaciones futuras. Al shopping y al simulacro se oponen los estantes de bibliotecas, los lugares de socialización, los espacios de ocio creativo y contemplativo; al ruido concentrado, el silencio o la risa respetuosa; al clima simulado, el viento; al neón, el sol. De esta manera los cinco parques bibliotecas— San Javier, La Quintana, Santo Domingo, La Ladera y Belén— se van constituyendo en nuevos escenarios urbanos donde se pretende construir otra ciudad, alejada del shopping y, en parte, del zapping. Ciudad restituidora o constructora de nuevos tejidos urbanos y sociales. Un esfuerzo enorme de esta ― otra ‖ ciudad que, mirada en términos cuantitativos, es minúsculo frente a la otra ciudad que ha sido y sigue dominante.
En entornos precarios se implantan arquitecturas que pretenden, en su imagen externa, ser sólidas y perennes. Rogelio Salmona dice sabiamente que la buena arquitectura perdura en el tiempo, mientras que la mala arquitectura simplemente desaparece. Los materiales forman parte de la buena y de la mala arquitectura, de la que