ISBN 0124-0854
N º 134 julio de 2007
entender lo variado, dinámico y complejo que es el fenómeno urbano.
particular desde la experiencia del habitante urbano y la otra desde la misma configuración de la ciudad con sus distintas dinámicas.
No hay una ciudad única. Para el habitante urbano no existe la posibilidad de aprehenderla en su totalidad. Cada uno tiene fragmentos de ella. Porciones de territorio que habita, apropia y usa. Muchos se anclan en ese territorio, el cual dominan, territorializan y memorizan. Pero cada vez se hace mucho más difícil permanecer en ese espacio y territorios únicos. Ahora es necesario salir de uno para entrar en otro si se quiere comprender más porciones de la ciudad. Sólo aquellos que hacen uso del zapping urbano pueden tratar de
Eso mismo que es virtud a la vez es condena. Si alguien quisiera mantenerse en el entorno construido, del cual ha hecho apropiación y memoria, conservando su escala y ritmos, no podría. Resistiría poco tiempo ante los embates de las dinámicas urbanas implantadas en la ciudad. Éstas constriñen, obligan, sacan, violentan y desmemorian. El cambio y la metamorfosis son hoy atributos mayores de la ciudad. Se conjugan principios de rotación, densidad y altura. Una y otra vez se suceden la piqueta y la demolición en el mismo lote, cuadra o manzana. Las distintas formas arquitectónicas coexisten en fragmentos, pequeñas porciones de tiempo, o son barridas para dar lugar a unas nuevas cada vez más efímeras. Así, lo que fuera casa es pronto edificio. La mirada horizontal es ahora vertical, razón adicional para la pérdida del horizonte. Aquello que fuera espacioso se constriñe, unos pocos espacios se multiplican en decenas. De pronto un lugar ya no está en el espacio urbano. La pausa da lugar al tráfago, entonces aquello que fuera un punto de referencia es ahora el nuevo sitio del anonimato. Se cambian casas, calles, fachadas, entornos o lugares con la velocidad