Agenda Cultural UdeA - Año 2007 JULIO | Page 24

ISBN 0124-0854
N º 134 julio de 2007 líneas y a ángulos rectos. Si son Roma y Toledo, París y Edimburgo, claro que deben encantar con sus disloques centenarios: son documentos en piedra y barro cocido; son poesía e historia. Mas, Pero Grullo, el gran sabio, nos ha revelado en muchísimo secreto, por supuesto, que las ciudades nuevas, que nada documentan, que no tienen el alma del pasado, deben ser a codal y a escuadra. El futurismo tendrá de esmerarse mucho en geometría y claridad, para que se entiendan bien sus confusiones. No sabemos si Medellín habrá perdido o ganado con sus muchas y diversas torceduras, toda vez que no la hemos conocido de otro modo. Mas, cabe suponer que, si la duquesa de Eboli fue toda una beldad con su bizquera, más y mejor lo hubiera sido con ojos buenos y sanos. Si a los de aquí se nos hace a veces medio enredada nuestra ciudad querida, ¡ cuánto más se les hará a los extraños! Y eso que está muy bien numeradita, con todas las reglas del caso, por calles, carreras y avenidas. Pero sólo el numerista, si saca el plano, puede saber por dónde principia y por dónde sigue la numeración de varias vías. Pues ha de saberse, por si alguien lo ignorase, que aquí hay carreras, numeradas y todo, de dos y tres cuadras. Hay una, por cierto, muy céntrica y arzobispal, que sólo mide una mera, y eso algo escasa; así como hay otras cuya numeración sigue a saltos, a través de calles y
manzanas, cual si fuesen la hebra de una basta, o las aguas del Guadiana. ¿ Quién no se deshila así? Y tanto, que, el dar aquí la dirección de una casa por el número de su calle, es hablar en sánscrito. Y no porque la gente no quiera habituarse al sistema numeral de las ciudades norteamericanas. Nos habituaríamos luego al punto. ¡ De más! Aquí nos pirramos por las novedades, máxime si son de esos yanquis tan parecidos a nosotros, no tanto por lo positivistas, cuanto por lo broncos. Sino que para aprender esta numeración se necesita estudio y perseverancia; y aquí somos muy desaplicados e impacientes. Así es que el indicar las calles por nombres y no por números es más necesidad que ranciera. Y no somos tan católicos en apodos callejeros como en lo demás. Dos solamente de nuestras vías llevan nombre de santo, y eso por ser el uno futurista findemundo y el otro homónimo de lugar de batalla en la rebeldía contra la Madre España. Pero, como somos lógicos y devotos, dedicamos boticas a santos milagrosos para que no nos maten las recetas. La geografía suramericana y la epopeya patria dominan la nomenclatura de calles y de puentes. Se ve nuestra tendencia a la sabiduría y a la gloria. El Palo, Bomboná, Juanambú, Caracas, Cundinamarca, La Argentina, Cúcuta, Bucaramanga, tienen por