ISBN 0124-0854
N º 134 julio de 2007 propios de la arquitectura del desplazamiento, la misma que hiere el paisaje en una buena tajada de los alrededores de Medellín, donde se calcula que en los últimos diez años han llegado a vivir más de 120 mil desplazados por la violencia, sin contar los echados de sus tierras por el invierno, el hambre, la malaria, la envidia, el glifosato, tantas cosas.
muchas necesidades no resueltas( acueducto y alcantarillado para empezar) y segundo por las acechanzas y los halagos peligrosos. En estas barriadas— sobre todo por la época en que Cristian llegó a Altos de la Cruz— fácilmente se involucran como pasadores de armas o
informantes |
de |
grupos |
ilegales, |
o |
mandaderos |
de |
expendedores |
de |
droga.“ Carritos” que |
llaman. |
Así, por la puerta del desplazamiento, entró Cristian al conturbado mundo urbano, un mundo para él absolutamente extraño: un nuevo paisaje( desde Altos de la Cruz el Valle de Aburrá lo ve pleno, denso, abigarrado, con apenas unos punticos verdes, cuando para él en Ituango verde era el ochenta por ciento de todo lo que entraba por sus ojos), otros vecinos, otras relaciones, otras tensiones, otras tentaciones, otros sueños; y eso sí: las mismas pesadillas, porque la vida para un niño en un asentamiento de desplazados no debe ser ninguna pera en dulce. Primero por las
Pero Cristian rehusó involucrarse en asuntos tan peliagudos, y menos quiso ser carrito de nadie; él, un chico tranquilo, amable, acomedido, pero también elusivo, independiente, felino. Incluso tiene los ojos rasgados y aceitunos como de gato.
— Es que a mí no me gusta que me la monten—, explica, y con esa simpleza queda dicho todo porque también es un chico de pocas palabras.