ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007
Aún no existía la televisión , y había noticieros de radio muy completos , pero a horas fijas , de modo que antes de ir a almorzar o a cenar , uno se quedaba esperando la aparición del tablero para llegar a casa con una visión más completa del mundo . Una tarde se supo — con un murmullo de estupor — que Carlos Gardel había muerto en Medellín , en el choque de dos aviones . Cuando eran noticias muy grandes , como ésa , el tablero se cambiaba varias veces fuera de sus horas previstas , para alimentar con boletines extraordinarios la ansiedad del público . Esto se hacía casi siempre en tiempos de elecciones , y se hizo de un modo ejemplar e inolvidable cuando el vuelo resonante del Concha Venegas entre Lima y Bogotá , cuyas peripecias se vieron reflejadas , hora tras hora , en el balcón de las noticias . El 9 de abril de 1948 — a la una de la tarde —, el líder popular Jorge Eliécer Gaitán cayó fulminado por tres balazos certeros . Nunca , en la tormentosa historia del tablero , una noticia tan grande había ocurrido tan cerca de él . Pero no pudo registrarla , porque ya El Espectador había cambiado de lugar y se habían modernizado los sistemas y los hábitos informativos , y sólo unos pocos nostálgicos atrasados nos acordábamos de los tiempos en que uno sabía cuándo eran las doce del día o las cinco de la tarde porque veíamos aparecer en el balcón el tablero de las noticias .
Nadie recuerda ahora en El Espectador de quién fue la idea original de aquella forma
directa y estremecedora de periodismo moderno en una ciudad remota y lúgubre como la Bogotá de entonces . Pero se sabe que el redactor responsable , en términos generales , era un muchacho que apenas andaba por los 20 años y que iba a ser , sin duda , uno de los mejores periodistas de Colombia sin haber ido más allá de la escuela primaria . Hoy — al cumplir 50 años de actividad profesional —, todos sus compatriotas sabemos que se llamaba , y sigue llamándose , José Salgar .
La otra noche , en un homenaje interno del periódico , José Salgar dijo , más en serio que en broma , que con motivo de este aniversario había recibido en vida todos los elogios que suelen hacerse a los muertos . Tal vez no ha oído decir que lo más sorprendente de su vida de periodista no es haber cumplido medio siglo — cosa que le ha sucedido a muchos viejos —, sino al revés : el haber empezado a los 12 años en el mismo periódico , y cuando ya llevaba casi dos buscando trabajo de periodista . En efecto , siempre que volvía de la escuela , por allá , por 1939 , José Salgar se demoraba contemplando por la ventana las prensas de pedal donde se imprimía el Mundo al Día , un periódico de variedades muy solicitado en su tiempo , cuya sección más leída era ya un periodismo puro . Se llamaba “ Lo vi con mis propios ojos ”, y eran experiencias de los lectores contadas por ellos mismos . Por cada nota enviada y publicada , Mundo al Día pagaba cinco centavos , en una