Desde la tercera década de este siglo, y durante unos diez años,
ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007
Aquel tablero de las noticias
Por Gabriel García Márquez
Desde la tercera década de este siglo, y durante unos diez años,
existió en Bogotá un periódico que tal vez no tenía muchos antecedentes en el mundo. Era un tablero como el de las escuelas de la época, donde las noticias de última hora estaban escritas con tiza de escuela y que era colocado dos veces al día en el balcón de El Espectador. Aquel cruce de la Avenida Jiménez de Quesada y la carrera Séptima— conocido durante muchos años como la mejor esquina de Colombia— era el sitio más concurrido de la ciudad, sobre todo a las horas en que aparecía el tablero de las noticias: las doce del día y las cinco de la tarde. El paso de los
tranvías se volvía difícil, si no imposible, por el estorbo de la muchedumbre, que esperaba impaciente.
Además, aquellos lectores callejeros tenían una posibilidad que no tenemos los de ahora, y era la de aplaudir con una ovación cerrada las noticias que les parecían buenas, de rechiflar las que no les satisfacían por completo y de tirar piedras contra el tablero cuando las consideraban contrarias a sus intereses. Era una forma de participación activa e inmediata, mediante la cual El Espectador— el vespertino que patrocinaba el tablero— tenía un termómetro más eficaz que cualquier otro para medirle la fiebre a la opinión pública.