ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007
época en que casi todo costaba cinco centavos : el diario , una taza de café , lustrarse los zapatos , el viaje en tranvía , una gaseosa , una cajetilla de cigarrillos , la entrada al cine infantil y muchas otras cosas de primera y segunda necesidad . Pues bien , José Salgar , desde los diez años cumplidos , empezó a mandar sus experiencias escritas , no tanto por el interés de los cinco centavos como por el de verlas publicadas , y nunca lo consiguió . Por fortuna , pues de haber sido así habría cumplido el medio siglo de periodista desde hace dos años , lo cual hubiera sido casi un abuso .
Empezó en orden : por lo más bajo . Un amigo de la familia que trabajaba en los talleres de El Espectador — donde se imprimía entonces El Espectador — lo llevó a trabajar con él en un
turno que empezaba a las cuatro de la madrugada . A José Salgar le asignaron la dura tarea de fundir las barras de metal para las linotipias , y su seriedad le llamó la atención a un linotipista estrella — de aquéllos que ya no se hacen —, el cual , a su vez , llamaba la atención de sus compañeros por dos virtudes distinguidas : porque se parecía como un hermano gemelo al presidente de la República , don Marco Fidel Suárez , y porque era tan sabio como él en los secretos de la lengua castellana , hasta el punto de que llegó a ser candidato a la Academia de la Lengua . Seis meses después de estar fundiendo plomo de linotipias , José Salgar fue mandado a una escuela de aprendizaje rápido por el jefe de redacción — Alberto Galindo — aunque fuera para aprender las normas elementales de la ortografía , y lo ascendió a mensajero de