ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007
¡ No! Si es que no se puede: ¡ éste es un país de bárbaros! Sólo hay ladrones y bichos de corazón dislocado.
De manera que, señoras beatas y viejos pazguatos, no alborotéis, no claméis, no hagáis estruendo y escándalo.
¿ Será verdad? ¡ No! ¡ Mamola! Leed, hijitos, los relatos que nos publica la prensa de usos y pueblos extraños.
Que lo del clérigo Arenas y lo del joven Gonzalo es torta dulce de almíbar frente al crimen de Chicago.
Tenemos, entre otras cosas, ese crimen de Chicago, más turbio, salvaje y fiero que cuanto pueda ser bárbaro.
La guerra, según parece, por lo pronto no ha acabado. Y hay un instinto de bestia en el corazón humano.
Cada quien medra y pelecha, libre de leyes y trabos, la moral es una ruina sin fuerza, ni forma ni ámbito.
Rotas en trizas y trises, por el curso de cinco años, reglas, nociones y leyes, la paz ni las ha arreglado.
Y lo que aquí nos ocurre es, lectores, sólo un grano del costal de trigo que vemos en pueblos hermanos.
( El Espectador, enero 12 de 1946, p. 5)
Canción
Oh corazón, que tienes voces que van cantando en el silencio, canciones, cánticos, canciones entretejidas de recuerdos.
Amor te incita y te maneja … Pulsas y lates, rojo perro, bajo el azul de Dios, que adorna la pompa cósmica del cielo.
La juventud un vino loco te brinda, en copas de momentos, y tú te embriagas y discurres por los caminos del ensueño.
Llama vital quema en tu entraña y te consume un vario fuego, de amor, de amor y de alegría, de caridad y de deseo.