Agenda Cultural UdeA - Año 2007 FEBRERO | Page 30

ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007 muy pequeño cuando él murió. Dostoievski se quedó entre los autores que más profunda influencia tuvieron en el cronista; y esto es un indicio de que detrás de aquel niño travieso se quería acallar al hombre desgarrado por las grandes y las pequeñas tragedias humanas, él que bien conoció la trágica Bogotá del hampa, la miseria y la prostitución, cuando escribió para El Tiempo sus crónicas en la columna Las pobres gentes, título tomado precisamente del escritor ruso, y aun desde antes, puesto que su inicio como cronista fue precisamente en la que fuera la escuela de algunos de los más grandes periodistas: la crónica judicial.
Con su riqueza del lenguaje y su agilidad para escribir, sumadas a la profundidad de su reflexión, Ximénez tenía lo necesario para convertirse en un serio escritor, porque desde muy niño había soñado con hacerse poeta y novelista. Pero él decidió desterrar la seriedad de su vida, y por eso se declaró un militante del absurdo, un practicante de la absurdidad. Y fue esa absurdidad la que lo llevó a convertirse en un periodista travieso hasta el fin de los días. Así, entonces, se mezclaron en él un cronista trascendental, dolido por las
tragedias cotidianas, al que trataba de ocultar, y el reportero travieso que metía el chiste en el cuadro trágico, convirtiendo su crónica en una tragicomedia: esa mezcla quedó registrada en la prensa colombiana como la Ximenidad.
Y precisamente la Ximenidad dejó varios frutos, como el famoso ladrón Rascamuelas, que según las crónicas de Ximénez tenía asolada a Bogotá con su famosísima banda, y era ― jefe de apaches y espejo de rateros que, a pesar de todas las gestiones de la policía, no ha sido capturado ‖. Así, todos los delitos que no tenían autor conocido, en la crónica de Ximénez se le atribuían a Rascamuelas, hampón que la policía nunca pudo capturar a pesar de sus intensos operativos, porque sólo