ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007 diarios coincidieron en su adhesión a los gobiernos de la primera época liberal, y más tarde a los del Frente Nacional. En un momento decisivo, don Luis Cano rechazó la posibilidad de ser presidente y consideró que su principal misión era la de servir al país como director de su periódico.
Comenzaba una larga etapa de competencia de los dos diarios en cuanto a calidad periodística, a fin de que cada uno ampliara su círculo de influencias. Esa competencia creció años más tarde, cuando El Espectador se lanzó al mercado matinal nacional y construyó su propio edificio dos cuadras más arriba, sobre la misma Avenida Jiménez.
* José Salgar. Ingresó a El Espectador cuando contaba con 13 años de edad y aún continúa escribiendo su columna“ El hombre de la calle”. Es considerado un decano y un maestro de periodistas, ocupó todos los cargos en el periódico y fue testigo y partícipe de su desarrollo. Autorizó la publicación de este fragmento de su libro Coletilla al fin de siglo, Bogotá, Universidad Sergio Arboleda, 1999.
Ese ambiente favorecía la concentración de las figuras más notables del Estado y de la inteligencia en pocas cuadras del centro de Bogotá. El principal diario conservador de oposición, El Siglo, estaba muy cerca, en el sector de La Capuchina.
El Espectador ocupaba una casona con balcones sobre la Carrera Séptima en la que se colocaba un tablero con el adelanto de las noticias, escrito con tiza blanca. La gente se agolpaba a esperar, primero el tablero y luego el periódico, cuyo valor era de 5 centavos el ejemplar. Si las noticias eran buenas, aplaudían. Si eran malas, tiraban piedra.