ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007
del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás.
En ese sentido, el único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desparecer, olvidarnos de nuestra existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o al menos describirlos.
imprescindible de nuestro trabajo. En nuestra profesión es indispensable tener nociones de psicología, hay que saber cómo dirigirse a los demás, cómo tratar con ellos y comprenderlos.
Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina‘ empatía’. Mediante la empatía, se puede comprender el carácter
El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente, del buen periodismo. Se leen los escritos de los mejores periodistas— las obras de Mark Twain, de Ernest Hemingway, de Gabriel García Márquez—, comprobarán que se trata siempre de periodismo intencional. Están luchando por algo. Narran para alcanzar, para obtener algo. Esto es muy importante en nuestra profesión. Ser buenos y desarrollar en nosotros mismos la categoría de la empatía.
Sin estas cualidades, podrán ser buenos directores, pero no buenos periodistas. Y esto es así por una razón muy simple: porque la gente con la que tienen que trabajar— y nuestro trabajo de campo es un trabajo‘ con’ la gente— descubrirá inmediatamente sus intenciones y actitud hacia ella. Si percibe que