Agenda Cultural UdeA - Año 2007 FEBRERO | Page 18

ISBN 0124-0854
N º 129 Febrero de 2007 son arrogantes, que no están interesados realmente en sus problemas, si descubren que han ido hasta allí sólo para hacer unas fotografías y recoger un poco de material, las personas reaccionarán inmediatamente de forma negativa. No les hablarán, no les ayudarán, no contestarán, no serán amigables. Y, evidentemente, no les proporcionarán el material que buscan.
Y sin la ayuda de los otros no se puede escribir un reportaje. No se puede escribir una historia. Todo reportaje— aunque esté firmado sólo por quien lo ha escrito—, en realidad es el fruto del trabajo de muchos. El periodista es el redactor final, pero el material ha sido proporcionado por muchísimos individuos. Todo buen reportaje es un trabajo colectivo y sin un espíritu de colectividad, de cooperación, de buena voluntad, de comprensión recíproca, escribir es imposible.
Nuestra profesión no puede ser ejercida correctamente por nadie que sea un cínico. Es necesario diferenciar: una cosa es ser escépticos, realistas, prudentes. Esto es absolutamente necesario, de otro modo, no se podría hacer periodismo. Algo muy distinto es ser cínicos, una actitud incompatible con la profesión de periodista. El cinismo es una actitud inhumana, que nos aleja automáticamente de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de una forma seria.
Naturalmente, aquí estamos hablando del gran periodismo, que es el único del que vale la pena ocuparse, y no de esa forma detestable de interpretarlo que con frecuencia encontramos.
En mi vida me he encontrado con centenares de grandes, maravillosos periodistas, de distintos países y en épocas distintas. Ninguno de ellos era un cínico. Al contrario, eran personas que valoraban mucho lo que estaban haciendo, muy serias; en general, personas muy humanas.
Cada año, más de cien periodistas son asesinados y varios centenares más son encarcelados o torturados. En distintas partes del mundo se trata de una profesión muy peligrosa. Quien decide hacer este trabajo y está dispuesto a dejarse la piel en ello, con riesgo y sufrimiento, no puede ser un cínico.
* Ryszard Kapuscinski( Pinsk, Bielorrusia, 1932-Varsovia, 23 de enero de 2007). Quisimos incluir este fragmento de su libro Los cínicos no sirven para este oficio( Barcelona, Anagrama, 2005) en un gesto de homenaje póstumo a un valeroso y persistente maestro de la crónica y el reportaje. Periodista, escritor y ensayista, colaboró en Time, The New York Times y Frankfurter Allgemeine Zeitung. Fue maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada y presidida por Gabriel García Márquez, y publicó, entre otras las obras: El Emperador, El Sha, El Imperio,