Agenda Cultural UdeA - Año 2007 AGOSTO | Page 24

ISBN 0124-0854
N º 135 agosto de 2007 empresas e instituciones que le dieron la oportunidad de serlo.
Eran sembradores. Lo sabía Abad desde cuando participó en el Colegio de Sevilla, en el Valle del Cauca, en la redacción de Simiente, su primer periódico estudiantil. Cuando en la época del cuarenta sacudió a la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia con su explosivo U-235. O cuando al empezar los ochenta ayudó a refrescar la misma Facultad con Viento Nuevo, la última revista estudiantil en la que comprometió su nombre. Y lo sabía Leonardo desde sus estudios primarios en Titiribí, secundarios en Envigado, y universitarios, con liderazgo reconocido, en el momento de mayor auge y complejidad del movimiento estudiantil.
Sabían que para sembrar hay que remover la superficie, abonar y hundir fuerte el azadón en la entraña de la tierra. Sólo así la semilla penetra y se protege. Por eso Abad sintió el grito de la reacción de los sectores más conservadores de su Antioquia y soportó los embates muy poco católicos de“ La hora católica”.
Entendían que la cultura es un territorio de cultivo de la diversidad, de explicaciones y representaciones diversas sobre las realidades con las que se convive o se sueña, de comportamientos, valores y expectativas diferentes. Lo llevaron al campo de la salud y defendieron la necesidad de entender el
entorno del enfermo y de las enfermedades; de cuidar la salud como una planta y la vida como la mayor riqueza. Sin proponérselo fueron agricultores de lo que hoy llamamos“ nueva cultura de la vida y la salud”. En 1972 Leonardo se va al Guaviare y en San José se aproxima a otra cultura: la de los indígenas. Y establece una corriente de doble flujo desde su saber y su práctica hacia y desde las de ellos. Este contacto lo marca y le refuerza una de sus notas dominantes: la tolerancia y la concertación. Ambos tenían madera tolerante en un medio que ni lo era ni lo es.
Uno siempre siembra, dijo Abad. El sembrador siempre nace, le dije yo cuando en agosto de 1982 se jubiló como profesor de nuestra Facultad de Medicina y, como hoy lo repetimos todos, al verlos nacer y renacer cada día en tantas partes.
Buen sembrador. Pero mal cultivador y pésimo cosechador Abad. De tanto sembrar, o no le alcanzó la vida o le preocupó menos cosechar. Por eso algunos de sus proyectos quedaron huérfanos o inconclusos. Por eso algunas ideas: poliatría y mesoísmo, por ejemplo, no tuvieron los desarrollos que les hubieran permitido mayor densidad y utilidad. Por eso algunas experiencias no germinaron como él lo soñó. Leonardo, en cambio, sembró menos pero cultivó mucho más sus frentes, su tierra, sus tareas. La vida, desafortunadamente, le negó el tiempo de casi todas sus cosechas.