ISBN 0124-0854
N º 131 Abril 2007 de hizo de la óptica una ciencia natural, al unificar sus aspectos geométricos con la ciencia del electromagnetismo. Desde ahí la óptica física ha sido un pensamiento rico y en evolución que no ha cesado de iluminarse con cada nueva intuición de la física de nuestro siglo.
No es la óptica, tal vez no lo será, una ciencia tan rica, tan total, que pueda describir mi sensación de azul, mi emoción ante el violeta, o lo irrepetible y único del tono de este atardecer de primavera; pero sabe ella describir con precisión instrumental el mundo cromático y es el fundamento de técnicas novedosas que nos hacen creer que somos dueños de algunos secretos de la luz.
Ella fue, en su momento, el encanto de los impresionistas.
V esencial es el movimiento. La aparente quietud de los colores es apenas la ilusión ante las rápidas vibraciones que nuestros sentidos nunca detectan en su instantaneidad. Percibir un mundo con colores constantes es la revelación de nuestra incapacidad para sentir una a una las más íntimas vibraciones de la materia. Cada vez que el diamante vibra ante la luz, cada vez que en el interior de la amatista se manifiestan los más profundos e invisibles estremecimientos, nuestros sentidos sólo confirman que ante su interna e inquieta estructura asistimos apenas al brillo inesperado que encanta a nuestros ojos.
Cada vez que un átomo vibra, cada vez que un rayo de luz incita a la piedra preciosa, de ella recibimos lo que de esa materia surge como respuesta: la luz que devolvió transformada, la que nos regaló después de las múltiples reflexiones convocadas desde las simétricas facetas de su interior. Cada piedra traslúcida recrea la luz del mundo, sugiere con su brillo una íntima fiesta de la materia ante la luz.
Esta ciencia de la luz comenzó, con su rigor, por ser una disciplina de la medida. Intentando cuantificar el color logró descubrir que en él, en cada uno de sus matices y en sus innumerables variantes, hay algo que ondula: la luz ha resultado ser la prueba de que el mundo visual hace parte de una vibración incesante, en tanto que lo que en ella es
Y saben los cristales cómo responder ante la luz en que se los mira: como camaleón, la alejandrita revela su más inesperado secreto ante la insinuación de la luz: sabe ser roja ante la llama de una vela o de una lámpara incandescente; pero se torna azul verdosa bajo la luz del Sol o de una lámpara fluorescente.