ISBN 0124-0854
N º 131 Abril 2007 de
La tarea de memorizar información es inútil, pues ésta ya se encuentra debidamente clasificada y actualizada en diccionarios, manuales, atlas, enciclopedias y, generosamente y de fácil acceso, en la Internet. Además es un desperdicio, pues se ocupa una herramienta tan preciosa como es el cerebro, en la tediosa y poco fértil tarea de almacenar información. Es decepcionante, pues a pesar de esfuerzos tan gigantescos, el volumen de información almacenado en toda una vida es despreciable y microscópico, cuando se lo compara con la totalidad del conocimiento humano en cualquiera de sus áreas. Y es triste, cuando se descubre lo frágil y volátil que es la memoria, y lo rápidamente que se erosiona con el transcurso implacable del tiempo. El almacenamiento de información no estructurada es otra forma más de seudocultura, que lleva al estudiante al embrutecimiento y al hastío, amén de que le embota el raciocinio. Podría, eso sí, ser una estrategia para sobresalir en el bachillerato y triunfar en concursos millonarios, pero distrae preciosos recursos de la mente y aburre a la inteligencia.
No puede discutirse que una formación cultural adecuada exige memorizar un volumen apreciable de información. De hecho, existe una correlación significativa entre el nivel de formación intelectual de una
persona y su erudición; pero un amplio volumen de información no implica un alto nivel de formación intelectual. Esta falacia constituye, tal vez, la fuente principal de confusión. El patrimonio cultural de una persona debe ser amplio y universal, pero exige complejidad, integración, armonía y fundamentos claros. La ganancia es visible: claridad en el raciocinio y seguridad en los juicios.
La erudición exagerada entraba el pensamiento, distrae la razón de su función principal y la extravía en los mares casi infinitos de la información. Albert Einstein comentaba:“ No es muy importante que una persona aprenda datos. Para eso en verdad no se necesita una universidad. Puede encontrarlos en los libros. El valor de la educación no reside en el aprendizaje de muchos datos, sino en capacitar la mente para que piense, de manera que lo haga sobre aquello que no se encuentra en los textos”. Y para lograr el propósito señalado por Einstein, es necesario, amén de reducir drásticamente el volumen de contenido de las distintas asignaturas, cambiar en los educandos el papel pasivo por el activo. Es necesario enseñarle al estudiante desde muy temprano a consultar en los libros, a experimentar en vivo, a observar la naturaleza, a expresarse en forma verbal y escrita, a manipular ideas, a desarrollar sus destrezas, a reflexionar, a resolver problemas variados.