Agenda Cultural UdeA - Año 2007 ABRIL | Page 12

ISBN 0124-0854
N º 131 Abril 2007 de creencia, el arte, el derecho, la moral, las costumbres, y cualesquiera otras aptitudes del hombre como miembro de la sociedad. En el término deben, además, incluirse toda clase de artefactos, bienes, técnicas, ideas, hábitos y valores heredados. Es decir, ya se considere una cultura muy simple o una extremadamente compleja, se está en presencia de un vasto aparato, en parte material, en parte humano y en parte espiritual, con que el hombre es capaz de superar los problemas concretos y específicos que lo enfrentan.
Los anteriores problemas surgen del hecho de tener el hombre un cuerpo sujeto a necesidades orgánicas, y a vivir en un ambiente que es su amigo, pues lo provee de las materias primas para sus artefactos, y también es peligroso enemigo, en el sentido de que abriga muchas fuerzas hostiles. Por ello es claro que la satisfacción de las necesidades orgánicas o básicas del hombre ha sido trabajo de la ciencia y la ingeniería, mediante la construcción de un nuevo ambiente, que es ni más ni menos, la cultura misma. 8
Sin embargo, lo cierto es que la gran variedad de papeles sociales de los intelectuales, junto con la gran especialización y tecnificación de algunos de ellos, ha llevado a ese progresivo distanciamiento entre ingenieros, científicos y otros intelectuales. Durante mucho tiempo, en efecto, el hombre culto podía estar relativamente al corriente de los conocimientos existentes en el campo de las ciencias físicas y naturales y de las humanidades. Pero la continuada especialización y tecnificación de las primeras provocó una creciente falta de comunicación entre estos expertos y el público en general,
que,
sin
embargo,
podía
seguir
comprendiendo, o creyendo comprender, los
conocimientos
proporcionados
por
los
humanistas.
Este es el verdadero problema, pues aunque existe la larga polémica entre“ las dos culturas”, desde que lo planteó Snow en el decenio de 1950, mientras científicos y humanistas coexistan de manera más o menos pacífica dentro del sistema educacional, su incomprensión no es en modo alguno tan inquietante como la brecha que existe entre la apretada minoría de mentes instruidas que ellos forman y la gran mayoría de mentes no instruidas. 9 Aquí es donde está el verdadero distanciamiento entre las dos culturas, distanciamiento que es a veces abismal en una sociedad híbrida como la nuestra donde coexisten el mito, la modernidad y una supuesta posmodernidad.
Pero más que la polémica suscitada por Snow, aparentemente sí hay diferencias profundas entre el saber científico-tecnológico y el literario; en un ensayo temprano, De la ciencia a la literatura( 1967), Rolando Barthes distingue entre ciencia y literatura por sus diferentes actitudes hacia el lenguaje. La ciencia considera al lenguaje instrumentalmente. Para la ciencia el lenguaje( que es nada) sólo sirve para transmitir conceptos( que lo es todo). En la literatura, el lenguaje no es un vehículo que transmite objetos sino el objeto mismo. 10
Si embargo, otros autores miran esta diferencia de otra manera y muestran cómo todo conocimiento, y su expresión, pueden representarse en un espacio coordenado por tres dimensiones, la científica, la artística y la