ISBN 0124-0854
N º 126 Octubre de 2006
Las tertulias de amigos suceden de manera
El taller de lectura, que es el de menores pretensiones en apariencia, puede convertirse en verdadero factor de crecimiento cultural para la comunidad. Para que sea posible, basta con reunir a un grupo de amigos o vecinos que definan conjuntamente un plan de lectura y una rutina de reuniones semanales. Este plan no tiene que ir más allá de la definición de un libro a la vez, alrededor del cual se realizan otras lecturas y actividades complementarias, de modo que se enriquezca la comprensión con el diálogo y el aporte de cada participante. La única meta que se persigue es el placer de leer y compartir la conversación sobre lo leído, y el premio que se alcanza es el dulce solaz de los amigos entrañables, así como la única exigencia es la lealtad a la disciplina de asistir a las reuniones y realizar las lecturas propuestas. Allí donde haya una biblioteca pública o privada, convendría reunir al menos a un grupo de personas de la comunidad, en torno a uno de sus guías culturales, en un taller de lectura. Nos vendría muy bien, por ejemplo, aprovechar los lugares públicos para realizar talleres de lectura en voz alta como rutinas habituales, sin decaer jamás en la iniciativa, hasta convertir el placer de la lectura en un hábito natural de nuestro pueblo.
espontánea, y obedecen a la necesidad de los unos de leerles a los otros lo que van consiguiendo en su proceso personal de escritura. Existe todo tipo de tertulias y cada una de ellas define sus propios ritmos y propósitos, de modo que no hay normas ni pautas de comportamiento distintas de las que rigen las costumbres naturales de los grupos. Tal vez cabría señalar que, si a la reunión de los amigos se le agrega la novedad de un tema y la disciplina de la regularidad, ésta se enriquece y también sus participantes.
El taller de creación literaria de la Universidad