ISBN 0124-0854
N º 125 Octubre de 2006 asunto de minorías. Sin embargo, es uno que genera muy curiosos prejuicios. Porque a nadie le da miedo que le digan que no sabe nada sobre la cría de conejos, pero así mismo, ser llamado inculto o ignorante se considera profundamente ofensivo. Es decir, el ciudadano sospecha que es algo que debería importarle, pero no está del todo convencido. Porque no ha logrado asumirse colectivamente que eso que llama“ lo cultural” es uno de los pilares fundamentales del desarrollo. Que una sociedad que no produce pensamiento— académico, científico, filosófico, político—, no genera mejorías en el bienestar colectivo. Que una sociedad que no ofrece opciones a sus ciudadanos para abrir sus horizontes, está condenada al subdesarrollo. Lo que sucede es que el aporte al desarrollo del trabajo cultural es uno silencioso, como todo proceso de auténtica trasformación social. Su impacto es subterráneo, de largo plazo, y vivimos en una sociedad que sólo comprende lo inmediato. Pongo un ejemplo: si bajan los índices de violencia en Medellín, se piensa que es exclusivamente debido a una acción concreta de la Alcaldía actual. Se especula desde un pacto con la mafia( con Don Berna, por decir algo) o se alaba la gestión de Fajardo. Pero no se piensa que el trabajo callado durante muchísimos años de cientos de ONG y programas de las secretarías de Cultura y Educación en las comunas de Medellín ha podido incidir también en la disminución de la violencia
(...). Mariane Ponsford,“ No es la cultura”, en: El Espectador, 27 de agosto del 2006, Bogotá. 4 Ibid.
* Sergio Alberto Henao. Comunicador Social y profesor universitario.