ISBN 0124-0854
N º 125 Octubre de 2006 formación integral de los ciudadanos”, y así la entiende el claustro, cultura basada en“ los principios de respeto por la identidad cultural, la cooperación interinstitucional, la solidaridad, la socialización, la participación, la democratización” e insertada como“ pilar fundamental en la construcción de los programas y proyectos de formación integral de los ciudadanos”, derrotero para“ lograr un mayor impacto de sus programas de la universidad en la sociedad, y fortalecer y democratizar las posibilidades y la participación en el desarrollo de procesos culturales en amplios sectores de la comunidad”, además, para“ integrar las políticas culturales con las políticas educativas y con las demás políticas sociales y fortalecer el diálogo intercultural” 1.
Se reconoce en esa bitácora de vuelo la filosofía de una universidad en sentido integral, cuya misión académica, técnica y científica debe ser complementada a la manera del ideal renacentista. Esta misión no es exclusiva de una dependencia institucional, como si fuera la abanderada de una causa mesiánica, pues no sólo no es la única que existe en el Alma Máter( casi todas las dependencias y regionales tienen una instancia similar o parecida encargada de cumplir esta misión), sino que tal misión es también responsabilidad de todo
programa y curso que se imparte en cada semillero, pregrado y postgrado.
Quizá pensar que la cultura en la Universidad es privativa de una dependencia institucional y concebirla aislada de la cotidianidad de la comunidad universitaria y social, sea lo que dé lugar a las tendencias fascistas y fundamentalistas que a su vez llevan a ver a los artistas como bohemios empedernidos, a los intelectuales como guerrilleros o militantes de ideologías radicales o, del otro lado, a los profesionales de las tecnologías como los homo faber incapaces de acceder a la poesía.
La evolución de los sistemas educativos hacia un pensum menos exigente y la presencia abrumadora de los medios masivos de comunicación, cada vez más inmediatos y menos controlables, han provocado en las nuevas generaciones una indigestión de estímulos sensoriales y una embriaguez en el hedonismo y en la crueldad, en el instinto primario y en el analfabetismo cultural.
Y es que en Colombia, no sin cierta razón, se ha entendido la cultura como aquella cuestión relativa exclusivamente a una tribu de esnobs y arribistas, frívolos y vanidosos que se reúnen siempre en cuanto coctel,