ISBN 0124-0854
N º 127 Noviembre de 2006 como la poesía y el amor , se transforma en el del agua y el vaso que la ciñe , el del pensamiento y la forma en que se vierte y a la que acaba por corroer . Preso en las apariencias — árboles y pensamientos , piedras y emociones , días y noches , crepúsculos , no son sino metáforas , cintas de colores — el poeta advierte que el soplo que hincha la sustancia , la modela y la erige forma , es el mismo que la carcome y arruga y destrona . En este drama sin personajes , pues todos son nada más reflejos , disfraces de un suicida que dialoga consigo mismo en un lenguaje de espejos y ecos , tampoco la inteligencia es otra cosa que reflejo , forma , y la más pura , de la muerte , una muerte enamorada de sí misma . Todo se despeña en su propia claridad , todo se anega en su fulgor , todo se dirige hacia esa muerte transparente : la vida no es sino una metáfora , una invención con que la muerte — ¡ también ella !— quiere engañarse . El poema es el tenso desarrollo del viejo tema de Narciso — al que , por otra parte , no se alude una sola vez en el texto . Y no solamente la conciencia se contempla a sí misma en sus aguas transparentes y vacías , espejo y ojo al mismo tiempo , como en el poema de Valéry : la nada , que se miente en la forma y vida , respiración y pecho , que se finge corrupción y muerte , termina por desnudarse y , ya vacía , se inclina sobre sí misma : se enamora de sí , cae en sí , incansable muerte sin fin .
En suma , si en la fiesta , la borrachera o la confidencia nos abrimos , lo hacemos con tal violencia que nos desgarramos y acabamos por anularnos , Y ante la muerte , como ante la vida , nos alzamos de hombros y le oponemos un silencio o una sonrisa desdeñosa . La fiesta y el crimen pasional o gratuito revelan que el equilibrio de que hacemos gala sólo es una máscara , siempre en peligro de ser desgarrada por una súbita explosión de nuestra intimidad .
Todas estas actitudes indican que el mexicano siente , en sí mismo y en la carne del país , la presencia de una mancha , no por difusa menos viva , original e imborrable . Todos nuestros gestos tienden a ocultar esa llaga , siempre fresca , siempre lista a encenderse y arder bajo el sol de la mirada ajena .
Ahora bien , todo desprendimiento provoca una herida . A reserva de indagar cómo y en qué momento se produjo ese desprendimiento , debo apuntar que cualquier ruptura ( con nosotros mismos o con lo que nos rodea , con el pasado o con el presente ) engendra un sentimiento de soledad . En los casos extremos — separación de los padres , de la matriz o de la tierra natal , muerte de los dioses o conciencia aguda de sí — la soledad se identifica con la orfandad . Y ambas se manifiestan generalmente como conciencia del pecado . Las penalidades y vergüenza que infligen el estado de separación pueden ser