ISBN 0124-0854
N º 121 Mayo de 2006 decía. meses antes, por pelear el turno de amor de una bataclana.
Las casas de las mujeres de la vida quedaban en la Yesca Grande y la Yesquita. Una era sólo de blancas, todas paisas según ella; se llamaba Bataclán y la habían sellado el fin de semana anterior, por lo que me refirió: Gumersindo Rengifo, asiduo visitante de la casa, preso distinguido de la única cárcel de Quibdó, salía todos los fines de semana a gozar del aire y del movimiento de la libertad, para regresar a la cárcel, muy temprano el lunes; era un hombre muy temido, debido a una coral que siempre llevaba consigo y que según él, nunca le haría nada, porque la tenía rezada.
La noche del sábado, una de las bataclanas se arriesgó a tres cuartos de hora de amor con Gumersindo Rengifo y la culebra. Nadie pudo explicar después, en qué momento, la coral se deshizo del hechizo y seguramente celosa de no ser tenida en cuenta para el convite, mordió a Gumersindo Rengifo, produciéndole un seguro orgasmo mortal, para desaparecer, al igual que la bataclana paisa, que cuentan se montó en la primera línea que salió de Quibdó a la madrugada.
Quedaba entonces funcionando la otra casa: King Kong, en la que solo había mujeres negras, que tuvieron mucha bonanza y cobraban tarifas más baratas que en el Bataclán que, durante varios días, mientras la autoridad investigó el asesinato coralino, exhibió la desnudez rígida, muy rígida de Gumersindo Rengifo, muerto de orgasmo por veneno de culebra.
Nuncia desapareció también, se alzó un día con su negro, el mismo que le hacía cimbrear la cintura como un junco, y que le debe haber dado toda la feliz pasión del mundo; siempre arrancando del ritmo de los pies, pero arrechando todo de ahí para arriba.
* Amalia Lu Posso. Chocó. Publicó el libro de cuentos Vean ve, mis nanas negras. Autorizó la publicación de este cuento hasta ahora inédito, en la Agenda Cultural.
Nuncia me decía, que el run run aseguraba,
que la culebra había vengado a un hombre que
Gumersindo había matado a cuchillo, tres