Agenda Cultural UdeA - Año 2006 ABRIL | Page 40

ISBN 0124-0854
N º 120 Abril de 2006 como su mayor y mejor ornamento . El jardín ofrecía a Goethe tanto un lugar de descanso como un objeto de estudio : la metamorfosis de las plantas ocupó especialmente la atención del investigador . En una conversación con su colaborador Eckermann , Goethe comentó : “ Las habitaciones suntuosas y los utensilios domésticos elegantes son algo para personas que no tienen ningún pensamiento ni quieren tenerlo ”. No sólo el lujo iba en contra de su naturaleza , sino que sus lugares de trabajo prescindieron de todo tipo de comodidad . Ninguna de las sillas llegó a tener cojines , y , lo que es sorprendente , en la totalidad de los cuartos traseros falta el horno que sirve de calefacción durante el invierno . Goethe consideraba que lo muelle perturba la disciplina y que el calor apereza . La dureza del invierno apenas es tomada en serio en el dormitorio , con una tela gruesa que recubre dos de sus paredes .
Además del Cuarto del jardín , los cuartos traseros comprenden una antesala , la biblioteca , el dormitorio y el estudio . Éste es el de mayor amplitud , con un escritorio largo , otro pequeño frente a una de las ventanas , la mesa redonda al centro y dos escritorios . Tan sólo muebles de trabajo , ni un solo cuadro , ni una escultura . En este Cuarto no sólo concibió Goethe muchas de sus obras literarias , estéticas y científicas , sino que trabajó junto con Eckermann y Riemann en la preparación de la edición de sus obras completas . Al lado
del estudio está la biblioteca , no como un lugar para estar , sino para buscar . Los libros se encuentran en el mismo orden y ubicación en que los dejara Goethe . Se trata cabalmente de utensilios de trabajo , no hay entre ellos ediciones de lujo , sino sólo rústicas y sencillas , una mínima parte empastada en cuero . La biblioteca cuenta con alrededor de 6.500 ejemplares , pocos para un letrado de la época , pero Goethe , director de la biblioteca real de la soberana Anna Amalia durante 35 años hasta su muerte , no necesitó de una gran biblioteca privada . En la antesala que conduce al resto de los cuartos hay apenas un mueble , diseñado por Goethe , en el que se preserva hasta hoy una décima parte de su enorme colección geológica . También el dormitorio es extremadamente pequeño , con la cama , una mesa de noche y el sillón en el que muriera Goethe a los 83 años . Sobre una de las telas que protegen del frío , detrás de la cama , está colgada la visera verde de la que habla Milan Kundera en La inmortalidad . Con ella se cuidaba Goethe de los efectos de la luz sobre sus ojos sensibles . No es una paradoja , sin embargo , que con sus últimas palabras en el mediodía de marzo reclamase “ más luz ”.
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Goethe intimida , tanto por su obra como por su forma de vida , reflejada en cada rincón de su casa . Las dos partes de ésta , al