ISBN 0124-0854
N º 115 Noviembre 2005 científicos tal vez resultan más útiles que el acaloramiento y la subjetividad cuando se tratan algunos asuntos humanos. Pues no son las ideas de la ciencia las que encienden las pasiones. Son las pasiones las que se sirven de la ciencia para defender su causa. La ciencia no lleva al racismo y alodio. Es el odio el que recurre a la ciencia para justificar su racismo. Se puede reprochar a algunos científicos la vehemencia con que a veces defienden sus ideas. Pero todavía no se ha perpetrado ningún genocidio para hacer triunfar una teoría científi ca. A fines del siglo XX tendría que quedar claro para todo el mundo que ningún sistema es capaz de explicar todos los aspectos y detalles de nuestro universo. Haber contribuido a acabar con la idea de una verdad intangible y eterna tal vez sea uno de los logros más importantes de la ciencia. *** En determinados aspectos, íos mitos y las ciencias cumplen la misma función. Ambos proporcionan a la humanidad una representación del mundo y de las fuerzas que lo gobiernan. Ambos enmarcan los límites de lo posible. En su forma moderna, las ciencias nacieron hacia el final del Renacimiento, en una época en la que el hombre occidental estaba transformando radicalmente su propia relación con el mundo que le rodeaba; una época en la que intentaba sin desmayo volver a crear un universo más en consonancia con la percepción de sus sentidos. A partir del
Renacimiento, el arte occidental se desmarcó totalmente de todos los demás. Con el invento de la perspectiva y de la luz, de la profundidad y de la expresión, la propia función de la pintura transformó Europa en unas pocas generaciones humanas: en lugar de simbolizar, la pintura empezó a representar. La visita a un museo pone de manifiesto una sucesión de esfuerzos muy parecidos a los de la • ciencia. De los primitivos a los barrocos, los pintores no cejaron en su empeño de perfeccionar los medios de representación, de buscar sin descanso la forma más fidedigna y convincente de mostrar las cosas y los seres. Recurriendo a ilusiones ópticas crearon un mundo nuevo, un mundo abierto a las tres dimensiones. Entre una Madonna de Cimabue, inmóvil entre sus velos y situada en un espacio simbólico, y una figura femenina de Tiziano recostada sobre su lecho, hay la misma ruptura que entre el mundo cerrado de la Edad Media y el universo infinito que aparece después de Giordano Bruno. Este cambio traducía, en el campo de la pintura, una conmoción ligada a la conquista política del globo, a través de la cual el hombre occidental modificaba la representación que se hacía del mundo. Del siglo XIII a la época clásica europea, no sólo la representación pictórica sustituyó a la simbolización, sino también la historia a la crónica, la acción a la oración, el drama al misterio, la novela al