ISBN 0124-0854
N º 108 Marzo 2005
Mejor aún, viven de la innovación y creación continuas en este orden. Sin innovación y creación continuas de conocimiento, imposible su reproducción, sencillamente no son viables. Ello es hasta tal punto cierto que inclusive para retroceder a una época menos dependiente del conocimiento, solamente sería posible con más conocimiento. Hoy éste es necesario para cualquier decisión que las sociedades hipotéticamente tomen: avanzar, retroceder o permanecer donde están. Hoy el no innovar y crear conocimiento y tecnología es equivalente al suicidio, cosa que ninguna sociedad practicará conscientemente. Tampoco se puede vivir, como en otras épocas, de conocimientos que eventualmente dan algún resultado aplicable. Ante problemas y retos tan grandes como los que nos asedian, los resultados aplicables del conocimiento tienen que ser sistemáticamente buscados y hallados en determinados plazos. De lo contrario, los riegos que corremos son muy grandes: en ciertos casos, de vida o muerte. Otro tanto hay que decir de la organización social. Esta, por espontánea que nos haya parecido en el pasado, nunca lo ha sido, siempre ha sido creada por nosotros los humanos, necesaria para que el proyecto de la sociedad funcione. Ahora la tenemos que crear. Y la tenemos que crear como hoy se crea todo, como se crea el conocimiento: sobre la base de procesos de prueba error, hasta que demos con las formas de organización adecuadas. No hay otro camino.
Las formas de organización social que necesitamos no van a caer del cielo. Por ello a la invención y creación de la organización social habrá que aplicar también sistemáticamente el conocimiento. Ya en su dominio lo vienen haciendo las nuevas empresas. Pero sería riesgoso, por decir lo menos, que dejáramos en sus manos la responsabilidad de organizarnos en todos los campos. Tendría entonces más razón Habermas para denunciar la « colonización del mundo de la vida » a manos de la razón instrumental. En fin, innovar y crear continuamente conocimiento y tecnología, crear organización social, son de por sí propósitos y actividades de gran contenido cultural. La cultura tiene en ellas grandes dominios en los que ejercitarse. Pero hay un dominio más típicamente aún cultural, social y humanista: el de los valores, el de objetivos, fines y metas que toda sociedad necesita para orientar y guiar su proyecto. Un dominio tan necesario como los otros, si no más, y que requiere de la misma inversión de conocimiento con el mismo objetivo de innovación y creación. Por primera vez en la historia de la humanidad el paradigma cultural que en nuestras sociedades de conocimiento necesitamos para vivir y no morir como sociedades, es la ciencia nueva y la tecnología, abstracto, sin valores para orientar y guiar el proyecto de la humanidad. Enseña cómo construirlo, pero no enseña ni educa en su orientación. Es la primera vez, repetimos, que ello sucede. Todos los paradigmas que