ISBN 0124-0854
N º 117 Diciembre 2005 movimiento del globo ocularyo , al proceder así , manifiesto una negativa a ver , es decir , termino también por reforzar la convención que considera ilícita la vista de los senos , o sea , instituyo una especie de corpiño mental suspendido entre mis ojos y ese pecho que , por el vislumbre que de él me ha llegado desde los límites de mi campo visual , me parece fresco y agradable de ver . En una palabra , mi no mirar presupone que estoy pensando en esa desnudez que me preocupa ; ésta sigue siendo en el fondo una actitud indiscreta y retrógrada . De regreso , Palomar vuelve a pasar delante de la bañista , y esta vez mantiene la mirada fija adelante , de modo de rozar con ecuánime uni formidad la espuma de las olas que se retraen , los cascos de las barcas varadas , la toalla extendida en la arena , la henchida luna de piel más clara con el halo moreno del
pezón , el perfil de la costa en la calina , gris contra el Cielo . Sí reflexiona , satisfecho de sí mismo , prosiguiendo el camino- , he conseguido que los senos quedaran absorbidos completamente por el paisaje , y que mi mirada no pesara más que la mirada de una gaviota o de una merluza . ¿ Pero será justo proceder así ? sigue reflexionando- . ¿ No es aplastar la persona humana al nivel de las cosas , consideraría un objeto , y lo que es peor , considerar objeto aquello que en la persona es específico del sexo femenino ? ¿ No estoy , quizá , perpetuando la vieja costumbre de la suprernacla masculina , encallecida con los años en insolencia rutinaria ? Gira y vuelve sobre sus pasos . Ahora , al deslizar su mirada por la playa con objetividad imparcial , hace de modo que , apenas el