Agenda Cultural UdeA - Año 2005 ABRIL | Page 19

ISBN 0124-0854
N º 109 Abril 2005
[ adelante! ¿ Tropezáis con uno que roba?, gritarle: [ ladrónl, y [ adelente! ¿ Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡ estúpidos!, y ¡ adelante! ¡ Adelante siempre! ¿ Es que con eso-me dice uno a quien tú conoces y que ansía ser cruzado-, es que con eso se borra la mentira, el ladrocinio, la tontería del mundo? ¿ Quién ha dicho que no? La más miserable de todas las miserias, la más repugnante y apestosa argucia de la cobardía es esa de decir que nada se adelanta con denunciar a un ladrón porque otros seguirán robando, que nada se logra con lIamarle en su cara majadero al majadero, porque no por eso la majadería disminuirá en el mundo. Sí, hay que repetirlo una y mil veces: con que una vez, una sola vez, acabases del todo y para siempre con un solo embustero, habríase acabado el embuste de una vez para siempre. ¡ En marcha, pues! Y echa del sagrado escuadrón a todos los que empiecen a estudiar el paso que habrá de llevarse en la marcha y su compás y su ritmo. Sobre todo, ¡ fuera con los que a todas horas andan con eso del ritmo! Te convertirían el escuadrón en una cuadrilla de baile, y la marcha en danza. ¡ Fuera con ellos! Que se vayan a otra parte a cantar a la carne. Esos que tratarían de convertirte el escuadrón de marcha en cuadrilla de baile se llaman a sí mismos, y los unos a los otros entre sí, poetas. No lo son. Son cualquier otra cosa. Esos no van al sepulcro sino por curiosidad, por ver como sea, en busca acaso de una sensación nueva, y por divertirse en el
camino. ¡ Fuera con ellos! Esos son los que con su indulgencia de bohemios contribuyen a mantener la cobardía y la mentira y las miserias todas que nos anonadan. Cuando predican libertad no piensan más que en una: en la de disponer de la mujer del prójimo. Todo es en ellos sensualidad, y hasta de las ideas de las grandes ideas, se enamoran sensualmente. Son incapaces de casarse con una grande y pura idea y criar familia de ella; no hacen sino amontonarse con las ideas. Las toman de queridas, menos aún, tal vez de compañeras de una noche. ¡ Fuera con ellos! Si alguien quiere coger en el camino talo cual florecilla que a su vera sonríe, cójala, pero de paso, sin detenerse y siga al escuadrón, cuyo alférez no habrá de quitar ojo de la estrella refulgente y sonora. Y si se pone la florecilla en el peto sobre la coraza, no para verla él, sino para que se la vean, ¡ fuera con él! Que se vaya, con su flor en el ojal, a bailar a otra parte. Mira, amigo, si quieres cumplir tu misión y servir a tu patria es preciso que te hagas odioso a los muchachos sensibles que no ven el universo sino a través de los ojos de su novia. O algo peor aún. Que tus palabras sean estridentes y agrias a sus oídos. El escuadrón no ha de detenerse sino de noche, junto al bosque o al abrigo de la montaña. Levantará allí sus tiendas, se lavarán los cruzados sus pies, cenarán lo que sus mujeres les hayan preparado, engendrarán luego un hijo en ellas, les darán un beso y se dormirán para recomenzar la marcha al siguiente día. Y cuando alguno se muera le dejarán a la vera