ISBN 0124-0854
N º 109 Abril 2005 buen amigo, no hemos escandalizado en eso que llaman aquí fanatismo, y que, por nuestra desgracia no lo es. No; no es fanatismo nada que esté reglamentado y contenido y encauzado y dirigido por bachilleres, curas, barberos, canónigos y duques; no es fanatismo nada que lleve un pendón con fórmulas lógicas, nada que tenga programa, nada que se proponga para mañana un propósito que puede un orador desarrollar en un metódico discurso. Una vez, ¿ te acuerdas?, vimos a ocho o diez mozos reunirse y seguir a uno que les decía: [ Varnos a hacer una barbaridad! Yeso es lo que tú y yo anhelamos, que el pueblo se apiñe y gritando ivamos a hacer una barbaridad! se ponga en marcha. Y si algún bachiller, algún barbero, algún cura, algún canónigo o algún duque les detuviese para decirles: "[ hijos míos!, está bien, os veo henchidos de heroísmo, llenos de santa indignación; también yo voy con vosotros; pero antes de ir todos y yo con vosotros, a hacer esa barbaridad, ¿ no os parece que debíamos ponernos de acuerdo respecto de la barbaridad que vamos a hacer? ¿ Qué barbaridad va a ser ésa?", si alguno de esos mala ndrines que he dicho les detuviese para decirles tal cosa, deberían derribarle al punto y pasar todos sobre él pisoteándole, y ya empezaba la heroica barbaridad. ¿ No crees, mi amigo, que hay por ahí muchas almas solitarias a las que el corazón les pide alguna barbaridad, algo de que revienten? Ve, pues, a ver si logras juntarlas y formar escuadrón con ellas y ponernos todos en marcha-porque yo
iré con ellas y tras de tia rescatar el sepulcro de Don Quijote, que, gracias a Dios, no sabemos donde está. Ya nos lo dirá la estrella refulgente y sonora. Y ¿ no será-me dices en tus horas de desaliento, cuando te vas de ti mismo-, no será que creyendo al ponernos en marcha caminar por campos y tierras, estemos dando vueltas en torno al mismo sitio? Entonces la estrella estará fija, quieta sobre nuestras cabezas y el sepulcro en nosotros. Y entonces la estrella caerá, pero caerá para venir a enterrarse en nuestras almas. Y nuestras almas se convertirán en luz y fundidas todas en la estrella refulgente y sonora subirá, ésta más refulgente aún, convertida en un sol, en un sol de eterna melodía a alumbrar el cielo de la patria redimida. En marcha, pues. Y ten en cuenta no se te metan en el sagrado escuadrón de los cruzados, bachilleres, barberos, curas, canónigos o duques disfrazados de Sanchos. No importa que te pidan ínsulas; lo que debes hacer es expulsarlos en cuanto te pidan el itinerario de la marcha, en cuanto te hablen de programa, en cuanto te pregunten al oído, maliciosamente, que les digas hacia dónde cae el sepulcro. Sigue a la estrella. Y haz como el Caballero: endereza el entuerto que se te ponga delante. Ahora lo de ahora, y aquí lo de aquí. iPoneos en marcha! ¿ Que adónde vais? La estrella os lo dirá: ial sepulcro! ¿ Qué vamos a hacer en el camino, mientras marchamos? ¿ Qué? iLuchar! Luchar, y ¿ cómo? ¿ Cómo? ¿ Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: imentira!, y