Agenda Cultural UdeA - Año 2004 DICIEMBRE | Page 22

ISBN 0124-0854
N º 106 Diciembre 2004 los hoteles de cinco estrellas benefician a un país porque producen empleo es estúpido e inclusive subversivo: convierte a los ciudadanos nacionales en camareros y fregonas, nada más. A los mochileros les atraen mucho las ruinas. Se trataba, para muchos de ellos, de la justificación de Cuzco. Me pregunté qué tenían las ruinas para atraerlos tanto. No eran arqueó lagos y, a pesar de las protestas, tampoco eran estudiantes. A partir de sus conversaciones, llegué a la conclusión de que sentian cierta afinidad espiritual con los incas adoradores del sol y una especie de afinidad social-que era casi puro fingimientocon los indios. Los indios hacían cestas, vasijas y tejían ropa; ésos eran los entusiasmos, reales o imaginados, de sus amigos sinceros. No sólo no iban a misa- todos los indios iban-, sino que no visitaban los conventos, los claustros ni las capillas. Los claustros resultaban a veces interesantes. Además de las pinturas y las estatuas había instrumentos de flagelación, látigos, varas de hierro, azotes, pulseras de espinas y bandas de acero para la cabeza que habían llevado las santas Catalina y Rosa de Lima en sus dolorosos y sangrientos ejercicios de mortificación( la banda se apretaba hasta sangrar). Sin embargo, los gorrones y los duros y barbudos estudiantes no visitaban los claustros. Preferían caminar diez mareantes kilómetros para ver la fortaleza de Sacsahuamán-un fortín construido imitando las fauces de un puma-, el anfiteatro de Qengo con sus oscuros altares interiores
« Extravagante ») o el burbujeante manantial del santuario de Tambo Machay, situado mucho más lejos. Los turistas iban en autobús; esa otra gente seguía el camino inca, una escarpada senda entre montañas al norte de Cuzco. No acudían a reflexionar sobre los españoles, sino ' a vivir entre los restos de los incas. Para ellos sigue siendo una ciudad inca. La plaza de Armas no es el emplazamiento de dos magníficas iglesias, sino el lugar en que, durante el mes del « transporte de cadáveres » los incas exhibían a las momias que sacaban del templo del Sol. No sirve de nada señalar que en la plaza ya no hay ningún templo del Sol, porque las piedras sí que están: incorporadas a la iglesia de Santo Domingo. Todo edificio español fue antes un edificio inca, los caminos eran senderos incas, las grandes casas, palacios incas.(...) Todos los días de entre semana las campanas de las iglesias de Cuzco suenan a las cuatro de la mañana. Tocan de nuevo a las cuatro y cuarto y a las cuatro y media. Como hay tantas iglesias y el valle está encajado entre montañas, el tañido, entre las cuatro y las cinco de la mañana, tiene un sonido festivo. Uaman a misa a todo el mundo, pero sólo responden los indios. Acuden en masa a la catedral para la misa de las cinco y justo antes de las seis se abren al frío y nublado amanecer entre montañas las grandes puertas de la catedral y cientos de indios invaden la plaza, tan numerosos con sus ponchos rojo brillante que el efecto visual es que va a empezar una fiesta. Parecen felices; han cumplido con un