ISBN 0124-0854
N º 106 Diciembre 2004 ajetreadas escenas de la vida apresurada. El resultado es con frecuencia el enloquecimiento por ambas partes. Los visitantes llevaban tarjetas: « Samba South America »; en ellas estaban escritos los nombres. A esa hora temprana en el enrarecido aire gris y la llovizna de las alturas, las ojerosas casas no encajaban con los caracoleantes nombres: Hildy Wicker, Bert y Elvera Howie, Charles P. Clapp, Morrie Upbraid, los Prell, los Goodchuck, Bernie Khoosh, los Avatarian, Jack Hammerman, Nick y Lurlee Poznan, Harold y Winnie Casey, los Lewgard, Wally Clemons y. la anciana Merry Mackworth. Tenían cierta edad; lucían jorobas, aparatos ortopédicos, patas de palo, dos caminaban con muletas resultaba sorprendente ver ese espectáculo en medio de los Andes-, y 10 ninguno parecía estar bien. Entre el calor de Lima y el frío de allí, los retrasos y el subir; y bajar escaleras-y todavía tenían que escalar las verticales escaleras incas « No sé qué es peor, si subir o bajar ». Lo estaban pasando mal. Eran dignos de admiración, porque al cabo de dos días estarían en el mismo avión volviendo a Lima, despertándose de nuevo a las cuatro de la mañana y llegando el mismo día a otro lugar espantoso como Guayaquil o Cali. La llegada a Cuzco hizo que me sintiera débil y me encontré mucho peor después de almorzar. Sin embargo, decidí no ceder al mal de las alturas. Sintiéndome un poco mal, una combinación de náusea y mareo, salí a recorrer la ciudad. El lugar tenía un aspecto