ISBN 0124-0854
N º 106 Diciembre 2004 la Mar del Norte si no encontraban tierra a propósito para poblar: Habían caminado ya 70 leguas río abajo y el hambre comenzaba a hacer estragos, cuando el capitán Orellana anunció que, según decan los guías, no habían de encontrar víveres hasta llegar a la confluencia con otro río grande [ el Napa), donde a una jornada de camino podrían hacerse de vituallas; así, se ofreció a ir con 60 hombres en descubierta prometiendo regresar en un plazo de 12 días, llevándose, según relató Pizarra no sin exageración, todos los arcabuces, ballestas, municiones y herrajes del real. Partido Orellana, prosiguió la marcha el resto del ejército cayendo en gran desmayo al llegar a la junta de los ríos y ver que no aparecía Orellana. Pizarra tuvo que ir a buscar comida río abajo en canoas, y después retrocedió cruzando el río grande, paso que les costó ocho días. Por fin, a través de ríos, esteras y ciénagas, donde acabaron de comer los últimos caballos, salieron destrozados a Quito, después de haberse internado más de 270 leguas. Apenas hacía nueve días que Orellana y sus hombres, mientras tanto bajaban por la corriente del Napa, cuando el 4 de enero de 1542 tuvo lugar una verdadera farsa, muy semejante en su organización al golpe de mano de Cortés. Ante el escribano Francisco de Isasaga se presentó una turba aparentemente amotinada para que éste con su testimonio diese fe de que, en vista de que era inviable el propósito de Orellana de remontar el río en busca del cuartel general, y dado que los hombres de mar les aseguraban que se
hallaban a 200 y más leguas de distancia de Pizarra, todos ellos, caballeros, hidalgos y sacerdotes requerían una y otra vez a Orellana a que no volviera sobre sus pasos, so pena de ser desobedecido por la tropa. Al día siguiente respondió muy suave e hipócrita Orellana diciendo que, contra su voluntad, estaba dispuesto a seguir otro camino para salvarlos siempre que se esperase al gobernador otros tres meses en el asiento donde estaban: es decir, el tiempo en que el calculador capitán confiaba en tener aprestado otro bergantin. Así realizó Orellana su prodigioso viaje por el río que intentó bautizar con su nombre. Según nos cuenta el dominico Fray Gaspar de Carvajal, ya el cacique Aparia les dio nue ís vas de que río abajo había amazonas y grandes riquezas; en su señorío les hablaron también de " los amurianos, que en su lengua los llamaban coniapuyara, que quiere decir ' grandes señoras ". Esto ocurría en abril; pues bien, en junio los españoles habían tropezado y luchado con las amazonas que " son muy blancas y altas y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza, y son muy membrudas y andan desnudas en cueros, tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos, haciendo tanta guerra como diez indios " [ Relación que escribió fray Gaspar de Carvajal). Más adelante pudieron hacerse los españoles con más información sobre tales mujeres: habitaban a siete jornadas de la orilla y vivían separadas de los hombres, con los cuales se juntaban únicamente para la procreación de los hijos. Después del parto,