ISBN 0124-0854
N º 98 Abril 2004 imagen, siendo una ventaja, era, al propio tiempo, una limitación; la novela se convertirá en el único recurso sin secretos para García Márquez. La etapa periodística de García Márquez en su Colombia natal le acerca frecuentemente a la pantalla cinematográfica; sus crónicas, sin motivos prefijados, tocan muchas veces el tema y, poco después, la crítica se convierte en una de sus especias dades( le ocurre lo mismo a Cabrera Infante en Cuba). Luego, el Centro Experimental de Cinematografía de Roma atraería su atención; fue creyendo que le enseñarían a escribir un guión; mientras tanto, hacía « labor de pasillos »; entabló amistad con Zavattini y de Sica; también con otros sudamericanos, luego directores de cine, novelistas y guionistas, que allí acudían con las mismas intenciones. Méjico es otra etapa de su biografía muy vinculada a lo cinematográfico; colaboró en la adaptación para la pantalla de El gallo de oro, un cuento de Rulfo que dirigió Roberto Gabaldón, e intervino en Pedro Páramo, trabajando en colaboración de Carlos Fuentes y del realizador Carlos Velo. En otros títulos más estamparía su firma García Márquez: La viuda de Montiel, de Miguel Littín( 1980), María de mi corazón, realizada por Jaime Humberto Hermosillo( 1982) y Presagio, dirigida por Luis Alcoriza( 1974); estos guiones son posteriores a la creación de Cien años de soledad La incre ~ ble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada es un cuento muy conocido del escritor; si hacemos caso a la contraportada de
la edición de Seix Barral « parte de un fugaz episodio de Cien años... fue un esquema de guión cinematográfico que el autor no se decidió nunca a extirpar de su encarnadura literaria para verter a otro lenguajeartístico »; en 1983 ha sido llevado a la pantalla con el título de La Cándida Eréndira por el realizador Ruy Guerra e interpretada por Irene Papas. En 1965, Alberto Isaac, realizador de cine, llevó a cabo la filmación de En este pueblo no hay ladrones, un cuento del escritor colombiano. Las posteriores colaboraciones periodísticas de García Márquez permiten comprobar que el tema cinematográfico le interesa; las memorias de Buñuel, así como la película de Miguel Littín Alsino y el Cóndor, han llamado su atención lo suficiente como para dedicarles elogiosos comentarios. La muerte de Franco Solinas, el guionista italiano, le ha arrancado un significativo trabajo titulado « La penumbra del escritor de cine » donde reivindica el trabajo literario en la empresa cinematográfica, aunque aceptando que el destino de aquel « está en la gloria secreta de la penumbra ». El tema de la vinculación de García Márquez con el cine ha sido motivo de comentario tras su premio Nobel; nada mejor que tomar las propias palabras del escritor para situar en su justo medio el estado de la cuestión: « mis relaciones con el cine... son las de un matrimonio mal avenido. Es decir, no puedo vivir sin el cine ni con el cine, y, a juzgar por la cantidad de ofertas que recibo de los productores, también al cine le ocurre lo