Agenda Cultural UdeA - Año 2004 ABRIL | Page 23

ISBN 0124-0854
N º 98 Abril 2004 sea, cuando se trata de cuentos, de novelas secundarias de un autor secundario cuando no es un gran texto. Por ejemplo Cien años de soledad o En busca del tiempo perdido son novelas extraordinarias casi imposibles de adaptar. Hay que entender que adaptar un texto literario es buscar una nueva forma, es crear una que le permita sobrevivir a partir de otro arte. En el fondo, lo que uno propone con una adaptación no es ser absolutamente fiel al texto original, sino que en el proceso de adaptación permanezcan ideas esenciales de ese texto. Sin embargo, en la adaptación de textos literarios se da un proceso tal de transformación que algunos hasta desaparecen. Otros se transforman hasta adquirir nueva dimensión, pero dejan algunas ideas del original. Así que no se debe decir solamente si esta película es fiel a la novela, sino cuáles elementos fueron destacados, enfatizados, qué lectura se hizo, qué elementos permanecen en esta nueva versión. Cuando uno hace una adaptación de una obra literaria es una invitación indirecta para que la gente vuelva a leer el texto original y mostrar que esa adaptación es una lectura especial en donde se destacaron algunos elementos y otros desaparecieron. En una película lo que menos importa es la letra menuda del relato, lo que se muestra es el pretexto para suscitar inquietudes en el espectador y hacer que se revelen indirectamente cosas intangibles, invisibles. Por ejemplo, si yo pienso en una novela como La ciudad y los perros, de la cual el director peruano Francisco Lombardi hizo
una adaptación, lo importante no es tanto lo que ocurre, sino percibir la atmósfera que gira alrededor de los personajes tanto en el cuartel como en el barrio. Esas cosas invisibles son lo más importante y lo que realmente enriquece la lectura y al lector porque lleva ese gusto tan subjetivo, tan personal, que no se encuentra en la película y por eso decepciona. A veces no hay nada peor que cuando la película sólo coge la parte exterior del argumento y deja de lado aquello que es realmente el fruto de la lectura y que son esas cosas intangibles que no son fáciles de decir y menos de mostrar. Por ejemplo, la película sobre El Coronel no tiene quien le escriba, adaptada por Ripstein y su esposa, gustó en muchas partes del mundo menos en Colombia. Pero lo que pasa es que los colombianos tenemos información adicional, referentes que no tienen los de otros países. La novela de García Márquez suscita una cantidad de cosas a las que nosotros no queremos ser infieles y que Ripstein modificó. En consecuencia, la adaptación falló porque no captó la atmósfera esencial de la novela y el mundo nuestro que es lo que magistral y literariamente hizo García Márquez. Volviendo a la subjetividad, hay que trabajarla y elaborarla minuciosamente para que cumpla su objetivo y llegue a los lectores o a los espectadores. Hay películas que no tienen subjetividad, es decir, que no producen ninguna asociación, ningún elemento invisible. En las buenas y auténticas películas las acciones que se dan, si están logradas, generan unos pensamientos que derivan de la