ISBN 0124-0854
N º 98 Abril 2004 vida. Para ella y para los niños es el elemento mitológico, vital, la fantasía. Como el misterioso visitante de Teorema, Simón es una especie de catalizador, de " ángel ", cuyo contacto transforma a todos en la casa. Maravillosa es la integración en la obra del elemento musical, completamente indispensable dramáticamente, nunca ilustrador. Uno de los logros de la película es haber rescatado la trova del ambiente de restaurante típico y devolverle su fuerza de comentario mítico, de historia viva. Las coplas finales, de contenido épico popular, sitúan a la película claramente en la época de la guerra de los mil días. No son auténticas, pero es como si lo fueran. Ese momento final, extraño y evocador, convierte a la película en el primer documento cinematográfico histórico de esta región del país. Que pase el aserrador es una película ejemplar, muy importante para nuestra cinematografía. Víctor Gaviria está llegando a una madurez narrativa, al manejo virtuoso de su instrumento, a la capacidad de contar con espontánea grandeza las historias que lo mueven, de describir los personajes que bullen en su interior. Las imágenes y los sonidos de esta película me han conmovido. Enrique Forero ha hecho una fotografía muy poco usual en nuestras producciones televisivas. Aquí la luz ayuda a crear los personajes y su entorno. La dirección artística, ya lo hemos insinuado, tiene la calidad espléndida de lo que no se nota a primera vista. Nada tiene el sabor de requisito ni de museo. Incluso los momentos más breves de esta puesta en escena muestran una fuerza insólita. El personaje del indio boyacense del comienzo, por ejemplo. Actor y director han logrado, en pocos segundos y con trazos precisos, crear un personaje excelente. El video es, sin duda, barato y práctico. Pero en película de cine, de 16 ó 35 milímetros, esta luz, esta riqueza de imágenes, rendirían muchas veces más. Sin embargo, esta película hecha en un número de días increíblemente corto y con medios muy precarios, es una obra que he amado desde la primera imagen y que he sentido muy cercana. El Colombiano, agosto 25 de 1985