Agenda Cultural UdeA - Año 2004 ABRIL | Page 18

ISBN 0124-0854
N º 98 Abril 2004 importancia nueva y otros detalles de la historia se esfuman para dar paso a consideraciones visuales o de atmósfera, que en la película tienen un papel muy importante. ¿ Traición? Puede ser. Una versión " típica " ea " del cuento habría dejado como resultado, en el mejor de los casos, una imitación cinematográfica de una obra cinematográfica valiosa. En el peor una parodia. Con el Aserrador de Víctor Gaviria tenemos ahora dos obras muy distintas. Esta es la única forma de que el cine y la literatura se enriquezcan mutuamente: permitiendo brillantes traiciones. Que pase el aserrador, la película, que es lo que nos toca juzgar ahora, tiene una admirable unidad estilística, presente por igual en las cosas y en los personajes. Es la película de Gaviria que refleja una mayor serenidad y armonía, una serenidad y una armonía que no alcanzan a encubrir bien la mueca de desespero. La selva, el río y la tarabita, la finca, el corredor, la escribanía, el aserradero, no son el inventario museal de una casa cualquiera " de los abuelos " acumulativa. Es el espacio donde los personajes se mueven, porque lo habitan, y lo marcan. Nunca hay en el Aserrador la complacencia en la reconstrucción nostálgica, el fetichismo de los objetos viejos o la seudoglorificación de elementos populares, como en San Antoñito. Víctor Gaviria no retrata ni antioqueños, ni franceses, ni " vivos ", ni campesinos, sino seres humanos diferenciados, y ello con contenida emoción. La elección de los actores ha sido hábil y
afortunada. Para Simón Pérez ha utilizado al trovero Jorge Carrasquilla, quien demuestra una gama expresiva insólita y un gesto melancólico que se queda grabado. Este Simón Pérez no es el estereotipo del paisa que no se vara, sino de un hombre que lucha desesperadamente por sobrevivir. Su lenguaje es vivaz y su acento dialectal espontáneo y con un toque arcaico que le sienta maravillosamente. El Simón anciano que narra la historia es Carlos Moreno, un descubrimiento de Gaviria que ya en La vieja guardia y en un papel mínimo en San Antoñito había demostrado un talento excepcional. Otro veterano de La vieja guardia es el maestro aserrador que se ve obligado a ponerse a órdenes de Simón: en la película se convierte en una especie de antagonista del joven logrero, con un imponente toque de ironía y grandeza. Todo el tiempo parece que el hombre intuyera la verdad y se gozara la situación de Pérez. El diálogo de ambos en el corredor de la casa es un verdadero duelo, absolutamente convincente en la actuación y en la función dramática. Que pase el aserrador es una película que supera la anécdota y se centra en la descripción de unas relaciones entre personas, observadas con gran sentido de la diferenciación. La relación de Simón con el Conde es una cosa completamente distinta a las otras, una especie de sólida amistad y confianza. Con la Condesa son de otra índole: Simón la vuelve espontánea, la sustrae a la seriedad de su condición, le da poesía a su