Agenda Cultural UdeA - Año 2003 SEPTIEMBRE | Page 17

ISBN 0124-0854
N º 86 Febrero 2003 conduciendo sus búsquedas hacia el interior del individuo, una necesidad de emprender un viaje a la subjetividad que pudiera contrastarse con la concepción épica, dirigida al reflejo de conjunto de los grandes movimientos sociales, que presidió gran parte del teatro de los 60 y de los 70. Este interés nuevo por apresar los resortes más profundos de la muguarcla eatro la t i n o a m e ri e a n o que el ensimismamiento presente en una zona del teatro latinoamericano, por paradójico que parezca, a pesar de su refinamiento y de sus búsquedas recónditas, pueda llegar a ser terreno abonado para la intrascendencia vital y artística.
Metaforización
Con esta posible tendencia de " interiorización " frente a la concepción épica y el propósito didáctico que predominó en los 60 y los 70 podría asociarse una acentuada opción de nuestros teatristas por la alusión oblicua, metafórica, a la realidad, pero no al modo de las transparentes parábolas brechtianas, sino por una vía que más se acerca, unas veces, a la intensa subjetividad de la metáfora expresionista, con su distorsión torturada de los contornos; otras, al onirismo. En esta operación de un teatro que se apoya estructuralmente en la metáfora, hay algo más que una necesidad táctica. El camino de la alusión indirecta a la realidad, expresaría una necesidad aún más esencial, de interiorización
poética del mundo. El símbolo con su abanico de significaciones lo encontramos en numerosos trabajos escénicos: Encuentro de zorros de Yuyachkani, Juan Moreira del Teatro de la Libertad, y Macunaíma de Antunes Filho. En el trabajo actualizador de los clásicos del teatro o de la narrativa, encuentran hoy muchos dramaturgos y directores latinoamericanos conducta y penetrar en el debate interior del individuo, no necesariamente implica una pérdida de conexión con la circunstancia histórica, con la experiencia colectiva. Los " viajes a la subjetividad " se presentan tanto en la creación dramatúrgica como en el lenguaje escénico. Encuentro, sin embargo, en esta tendencia a subjetivizar e interiorizar la imagen, otras vertientes en las que ese individuo tiende a romper los vínculos con su circunstancia, se encierra en sí mismo, y establece una incomunicación entre el dilema existencial y la historia. En los casos de plasmación artística más endeble, esta otra vertiente suele tener la marca de un hermetismo que se me antoja cosmopolita, desvaído; un universalismo vago, sin verdadera sangre. Experiencias en México, Venezuela, Chile, Uruguay, Argentina y Colombia parecerían atraídas hacia este otro polo de la subjetivización. Se trata de fabricar situaciones, personajes y soluciones escénicas marcada mente crípticas o volcadas a la autocontemplación. No pocos de estos testimonios aparecen localizados en Perú, país en el que ha surgido en estos últimos años uno