Agenda Cultural UdeA - Año 2003 NOVIEMBRE | Page 8

ISBN 0124-0854
N º 94 Noviembre 2003 la memoria colectiva y de la imaginación pudieron inventar nuevas formas de vida en sociedad, que reestructuraban su personalidad." Estas creencias y prácticas constituyen expresiones fehacientes del rechazo a la cultura del opresor, a través de lo más íntimo del hombre como lo es el pensamiento filosófico y religioso. Dicha cosmovisión plasma toda la protesta del negro contra la cristianización forzada, la asimilación a los valores y el mundo de los blancos. Esta resistencia cobró formas violentas y generalizadas de rechazo a la dominación a través de un proceso insurreccional, como el ocurrido en Haití, que constituyó una manifestación de extraordinaria riqueza por la imbricación de factores económicos, políticos y espirituales de la resistencia. El rechazo en el nivel ideológico-religioso se expresó con nitidez a través de la ceremonia vudú que inicia la rebelión esclava, la noche del 14 de agosto de 1791, escena que relata Alejo Carpentier en su novela El reino de este mundo: " C..) Bouckman dejó caer la lluvia sobre los árboles durante algunos segundos, como para esperar un rayo que se abrió sobre el mar. Entonces, cuando hubo pasado el retumbo, declaró que un ~ acto se había sellado entre los iniciados de acá y las grandes loas de África, para que la guerra se iniciara bajo los signos propicios. Y de las aclamaciones que ahora lo rodeaban brotó ra
admonición final: El Dios de los blancos ordena el crimen. Nuestros dioses nos piden venganza. Ellos conducirán nuestros brazos y nos darán la asistencia. iRompan la imagen del Dios de los blancos, que tiene sed de nuestras lágrimas: escuchemos en nosotros mismos la llamada de la libertad!" El rechazo de la masa de los esclavos a la opresión perpetua se plasmará en el aniquilamiento físico de los propietarios blancos. La violencia acumulada por el esclavismo engendrará asimismo la violencia redentora, quedando el repudio al sistema de explotación íntimamente ligado a tan profundo movimiento de resistencia cultural. Las numerosas revueltas esclavas acaecidas en el Caribe en el transcurso de los siglos XVII Y XVIII son expresiones de esta misma búsqueda. Asimismo, el cimarronaje, como generador de una organización social, de un modo de vida y relaciones culturales originales, constituye un fenómeno de contracultura surgido en oposición al esclavismo y a la cultura opresora que lo sustenta. Dicha forma de resistencia empieza a darse desde la llegada de los primeros negros al Continente y cubre tres siglos de esclavitud. Culmina en Jamaica en el siglo XVIII y en Cuba hasta las postrimerías de la esclavitud, a fines del siglo XIX. Al decir de Bastide, las comunidades cimarronas se ven sometidas a un doble flujo de fuerzas: " una, que las lleva a adaptarse a un nuevo medio, a