Agenda Cultural UdeA - Año 2003 NOVIEMBRE | Page 37

ISBN 0124-0854
N º 94 Noviembre 2003 sobresaltos por las aguas de la nostalgia. Esta visión de paraíso perdido que Alberto Pedro construye mediante la fragmentación de la sicología, del gesto y del relato, parece insinuar, con sus desequilibrios e incongruencias, una estrategia de acceso alternativo a la utopía [ que en él es más una intuición que un programa). Aunque la narrativa del " retama al país natal " puede crear una coartada de pasividad yj o retroceso al hacer de la identidad un concepto absoluto, lo que predomina en el Caribe es el teatro que mira a lo nacional con un sentido abierto de la pertenencia y las tradiciones. Harry Cancel en Guadalupe, José Alpha en Martinica, Michael Gilkes en Guyana y Barbados, Errol Hill, Marina Omowale Maxwell y Oereck Walcott en Trinidad, el Sistreen Theatre en Jamaica, Toto Bisainthe, Sito Cavé, Franck Fouché y Morriseau-Leroy en Haití-por sólo mencionar unas pocas figuras del Caribe anglófono y francófono- se cuentan, junto con innumerables maestros de las Antillas de lengua hispana, entre los artistas e investigadores que han hecho una exploración escénica concreta de lo nacional. Nuestros teatristas han desarrollado técnicas para producir un funcionamiento teatral de la mitología y del paisaje, de los ritos y del carnaval, de la gestualidad. Han probado estrategias para la integración de las artes y para el empleo de los creoles. No sería posible un despliegue de la dimensión
utópica sin este trabajo escénico específico sobre lo nacional. En conexión con lo anterior quisiera por último sugerir un criterio más para la identificación de las " actuaciones utópicas " en los escenarios del Caribe. En nuestra región la cultura genera modos de conocimiento y modos de comunicación fuertemente performativos, es decir, tendemos a " representar ", a " actuar " nuestros deseos y motivaciones. La cultura caribeña se caracteriza por producir síntesis de los sistemas expresivos: fusiona palabra, canto, danza, narración, actuación, imagen y color; intercambia con desparpajo carnavalesco las identidades; transforma las esencias, desde un pensamiento " maravilloso "; induce estados de desinhibición. [ El trance y el semi- trance, casos extremos de la actuación desinhibida, son prácticas comunes en las religiones afrocaribeñas y en celebraciones como el carnaval). Todos estos elementos, que comunican a lo caribeño una peculiar intensidad performativa, llaman nuestra atención sobre el papel del ritual y del juego en el teatro de la región. El ritual y el juego son el fundamento de todo teatro; pero en el Caribe se hacen particularmente visibles y activos. Existe un nexo entre ritual, juego y utopía y esta relación ocupa un lugar prominente en nuestra teatralidad. El ritual invoca los relatos en los que la comunidad se reconoce; repite y coordina gestos, palabras