Agenda Cultural UdeA - Año 2003 NOVIEMBRE | Page 20

ISBN 0124-0854
N º 94 Noviembre 2003 sagrado. Asimismo, para los africanos el valor de la tierra era fundamentalmente sacro por cuanto es una suerte de registro, de receptáculo de todo aquello que ha sido creado por las divinidades superiores y en ese sentido está impregnada de la voluntad de Nzambi, entidad superior conga, o de Olofi, entidad suprema lucumí. La tierra posee una relación mítica con los antepasados, con los difuntos, garantiza y simboliza el equilibrio, la integridad y la permanencia del grupo étnico. La tierra es un elemento simbólico religioso de gran significado en la tradición afrocaribeña y justamente esto se expresa en sus formas danzarias más representativas. El culto a los antepasados está muy extendido en toda el África al sur del Sahara, y la tierra es la morada eterna y natural de sus cuerpos físicos y espirituales. El investigador José Millet, quien observó el kalundú, danza de carácter colectivo y vinculada a ritos mortuorios entre los quimbundos de Angola, destaca dos cuestiones: " primero, que es ejecutada por mujeres y, segundo, que los pasos se realizan con los pies descalzos, arrastrándolos por el suelo, como si con esto último se quisiera familiarizar al espíritu con la tierra ". En bailes no religiosos, colectivos, o de parejas, más occidentalizados o desafricanizados, es común utilizar el calzado. Aunque las condiciones del piso pueden determinar la utilización conveniente de zapatos u otras prendas, tal es el caso de los
bailes ambulatorios colectivos y procesionales, que recorren grandes distancias, como las congas y las comparsas gagá, urbanas y rurales, respectivamente. El baile y los componentes que presupone son partes de la vida comunitaria, no es un simple pasatiempo ni un entretenimiento superfluo, es parte significativa y relevante de la sicología del individuo y del grupo al cual pertenece. Música y danza ocupan un lugar cíclico en el calendario anual. Así, los haitiano-cubanos bailan su gagá para Semana Santa. Los santiagueros desde el mes de junio con San Juan comienzan a invadir las calles con sus ambulatorias congas, que se hacen seguir por una multitud que se adueña del escenario callejero. Arrollar en carnaval es una costumbre bien enraizada en esta región de Cuba, donde la influencia de la cultura bantú es notable en la música, en determinados tambores y en figuras danzarias. Cuando la muchedumbre arrolla tras la conga se produce una suerte de posesión colectiva o de éxtasis de intensidad visible, motivada por el tamboreo afrocubano, necesidad espiritual que es más profunda en practicantes de religiones de inspiración afro. Varios congueros me han confirmado la existencia de una fuerza espiritual misteriosa que los atrae a los tambores. No es sólo el placer, sino algo más profundo y complejo, que forma parte de fuerzas tradicionales. Don Fernando Ortiz