Agenda Cultural UdeA - Año 2003 FEBRERO | Page 28

ISBN 0124-0854
N º 86 Febrero 2003 cumplir 21 años, fui a un hospital para hacerme exámenes. Estuve allí dos semanas, durante las cuales me hicieron una variedad de pruebas. Tomaron una muestra del músculo de mi brazo, me pusieron electrodos, e inyectaron un fluido radioactivo en mi espina, al que miraban ir de arriba abajo con radiografías mientras inclinaban la cama. Pero después de todo esto, no pudieron decirme lo que yo tenía, sólo que no era múltiple esclerosis y que yo era un caso atípico. Me di cuenta, sin embargo, de que esperaban que empeorara, y que nada podían hacer excepto darme vitaminas, aunque obviamente los médicos no pensaban que éstas me hiciesen mucho efecto. No me sentía con ánimo de pedir más detalles, porque serían malos, evidentemente.
Descubrir que yo tenía una enfermedad incurable que probablemente me mataría en unos cuantos años fue un golpe tremendo. ¿ Cómo podía algo como esto pasarme a mí? ¿ Por qué debía mi vida acabar así? Sin embargo, mientras había estado en el hospital, había visto a un muchacho, al cual conocía vagamente, morir de leucemia en la cama opuesta a la mía. No había sido una visión agradable. Obviamente había personas que estaban peor que yo. Por lo menos mi condición no me hacía sentir enfermo. Siempre que me siento inclinado a la autocompasión, recuerdo a ese muchacho.
No sabiendo lo que estaba pasándome, o cuán rápidamente progresaría la enfermedad, me sentía desorientado. Los médicos me aconsejaron regresar a Cambridge y continuar con la investigación que recientemente había empezado sobre relatividad general y cosmología. Pero no estaba haciendo mucho progreso, porque no tenía la suficiente formación matemática. y, de todas formas, podía ser que yo no viviera lo bastante para terminar mi PhD. En ese entonces, me sentía con ánimo trágico y me puse a escuchar a Wagner, pero los informes de que yo bebía mucho, que han aparecido en algunas revistas, son una exageración. El problema es que una vez que esto se afirmó en un artículo, otras revistas copiaron la información porque creaba una buena historia, y las personas creen que algo que ha aparecido impreso tantas veces debe ser verdad.
Mis sueños en ese momento eran más bien perturbadores. Antes de que mi condición hubiera sido diagnosticada, yo había estado muy aburrido con la vida.
Parecía que no había nada que valiera la pena hacer. Pero, poco después de salir del hospital, soñé que iba a ser ejecutado. Comprendí de repente que había muchas cosas valiosas que podría hacer si yo fuese indultado. Otro sueño, que tuve varias veces, fue que sacrificaba mi vida para salvar la de otros. Después de todo, si iba a morirme de todas formas, podía hacer algo bueno antes. Pero no me morí. De hecho, aunque había una nube