ISBN 0124-0854
N º 86 Febrero 2003
Apareció por la calle Primera , invencible con su vestido de rey , caminando como un hombre una vez más gratificado en su sueño más querido . Las garras de ambas manos , con uñas blancas de acetato , las traía recogidas en la izquierda . El sudor que le brotaba en los brazos le escurría hacia los dedos por debajo del vestido rugoso . Venía con él la papayera , tocando sin descanso la misma canción , y unas diez personas medio borrachas . El resto de la muchedumbre que lo esperó en el parque y bailó con él por las calles , se fue retirando de la carrera bailable a medida que ésta pasaba frente a bares y heladerías o a sus casas , absorbidos por el cansancio o por las fiestas familiares con que los plateños dan comienzo al festival . Frente a su casa , los músicos tocaron un rato más el tema del caimán , que de tanto sonar ya parecía mero ruido . Aun así , una vecina salió para bailar , pues la música de bombo , clarinete y trompeta retumbaba a dos o tres cuadras . Los diez sobrevivientes del desfile , todos apenas achispados , se retiraron porque nadie ahí ofrecía trago . Llegó el momento en que la papayera sólo tocaba para Edgar y sus parientes acodados en las ventanas o parados en el corredor de su casa libanesa . Después , la banda se fue y quedamos liberados de su sonora presencia . Los parientes también se retiraron . Cuando quedó el último , Antonio , su hijo de dieciséis años , Edgar le puso la mano sobre la cabeza y me dijo : " Este va a
ser el próximo caimán ". Al momento , Antonio también se entró y quedó Edgar , destilado del festival como una esencia , más caimán que Edgar Romanos , viviendo la doble soledad de ser hombre entre los animales y animal entre los hombres . A las nueve de la mañana arrancó el undécimo Festival de la Leyenda del Hombre Caimán . Gentes de Plato y de los pueblos vecinos se reunieron en jolgorio local durante tres días y tres noches , en la plaza donde se levanta la escultura de Saúl Montenegro ya transfigurado . Concursos de música de acordeón y de piquería : una faena de improvisadores que intentan vencerse con versos rimados ; concursos de belleza ; del beso en público más duradero y apasionado ; de los remeras más veloces , y hasta de la viejita más simpática . Cada noche hubo grupos de danza o de teatro y la jornada siempre terminó en un gran baile con orquesta famosa . Reyes y príncipes del folclor costeño no faltan nunca . En esta ocasión podía verse por ahí , entre la gente , a Leandro Díaz , a Pacho Rada y a Mané Arrieta . El Hombre Caimán aparecía de vez en cuando en el escenario , siempre en la noche , pero nunca haciendo parte de la programación ; al menos en los volantes no figuró una sola presentación suya . Lo veía parado en un extremo de la tarima o ayudando a cuadrar algún micrófono . Meneaba la cola al desplazarse , con movimientos de especial atención física ya dominados por él . En algún