ISBN 0124-0854
N º 86 Febrero 2003
caimán con cara de hombre negro, erguido sobre un pedestal de dos metros. Detrás del rostro se levanta media cabeza del animal, de hombre y hasta tres dientes de oro que eran un lucimiento en la boca de Saúl, aunque el cráneo y el cerebro eran los de cualquier caimán con sus naturales formas y apetitos. Otros agregan los brazos y el pecho; alguien jura que se fue a la laguna de Zárate, y hasta se lee que terminó extraviado en esteras y arroyos que lo llevaron a la Ciénaga Grande en las vecindades del mar y, por supuesto, no falta quien niega la existencia del tal Saúl o conviene en que vivió lejos de aquí. José Tovar Wilches pertenece a la junta que cada año organiza el festival para rememorar el suceso. Según él, Saúl Montenegro se mantuvo tan atractivo y tan hombre, así convertido en saurio, que pudo llevar el amor a una campesina nacida en los terrenos encharcados y cenagosos que rodean al pueblo. Hay quienes le atribuyen ojos negros. Otros sostienen que eran verdes, pero son completamente azules los ojos de Edgar Romanos, quien hace treinta y dos años está encargado, por él mismo, de ser el Hombre Caimán de Plato. Una de las esculturas que muestra la transfiguración está en la plaza donde cada diciembre realizan el festival: un
tal modo que la representación se confunde con la de un desdichado ya devorado sin remedio. El reta ceo de voces que todavía tejen la historia concluye amargamente que Saúl fracasó en su intento, pues se convirtió en bestia para toda su vida y las mujeres, asustadas con la realidad monstruosa de un hombre caimán que las espiaba desnudas, no volvieron a bañarse en esas orillas del río. Sea cual sea la verdad, no se discute, por lo menos aquí en Plato, que fue Virgilio Andrés Di Filipo Meriño el creador único de la leyenda( 1 l. Don Virgilio llegó a esta población en 1927 comisionado por el gobierno para un cargo público. Era un tipo inteligente, mamagallista, lector entregado y primera voz en las tertulias. De tanto en tanto, un
periódico de Barranquilla, La Prensa,